Si bien ya no tengo la energía de antaño, tampoco mi presente requiere sea tanta, ahora me place ser contemplativa, puedo ser ociosa sin remordimientos, saborear cada sorbo de mi café matutino, aspirando en tanto el aroma grato de fresca mañana, regocijarme con la sinfonía de decenas de pájaros que en mi bugambilia me ofrecen gratuito sinigual concierto.
Mantengo mi mente y corazón activos, a la justa velocidad en que les impida dejar que los años les roben capacidad de sentir, de dar y recibir amor, de agradecer, de perdonar, de apreciar lo y a los que me rodean, en conservar la sensibilidad para reconocer más allá de mis necesidades y mis angustias. A disfrutar el tiempo que puedo dedicar sin reprochármelo ni lamentarlo; a estrechar mis relaciones afectivas con mi familia, con mis amigos, con aquéllos que de mí demanden afecto. Hoy tengo ese tiempo y la madurez de reconocer que es la mejor inversión para hacer de esta parte final de mi trayecto, un espacio de vida que valga la pena recorrer, cualquiera que sea su destino final.
Mantengo mi mente y corazón activos, a la justa velocidad en que les impida dejar que los años les roben capacidad de sentir, de dar y recibir amor, de agradecer, de perdonar, de apreciar lo y a los que me rodean, en conservar la sensibilidad para reconocer más allá de mis necesidades y mis angustias. A disfrutar el tiempo que puedo dedicar sin reprochármelo ni lamentarlo; a estrechar mis relaciones afectivas con mi familia, con mis amigos, con aquéllos que de mí demanden afecto. Hoy tengo ese tiempo y la madurez de reconocer que es la mejor inversión para hacer de esta parte final de mi trayecto, un espacio de vida que valga la pena recorrer, cualquiera que sea su destino final.
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