domingo, 15 de agosto de 2021

POESÍA de María del Carmen Maqueo Garza

16 DE AGOSTO

Que hay que regresar a clases.

Que es malo para los niños estar así, nomás en la casa, sin aprender.

Que sin el mentado “guaifai” muchos pueden estudiar en línea.

Que México tiene que salir adelante. Que el comercio tiene que abrir.

Por eso vacunaron a los maestros.

Fuimos los padres y las madres a limpiar la escuela.

Ya nos pusimos de acuerdo los del aula para llevar garrafones  por semana,

mientras instalan el agua.

Que es obligatorio llevar cubrebocas y guardar la sana distancia.

A mí me da miedo que vuelvan a clases, pero dicen que hay que hacerlo.

Ellos son los que saben más.

30 DE AGOSTO

El niño empezó antier con mucha fiebre y tos. Y dolor de cabeza.

Me decía que sus piernas no lo sostenían, nomás quería estar dormido.

Ya no se levantó pa’la escuela.

Le he querido dar algo de comer y todo vomita.

Anoche se empezó a quejar.  Cada vez que respira, se queja.

Salí a buscar donde me lo consultaran. Había fila en urgencias.

Ya para cuando nos tocó entrar, mi hijo estaba privado, los labios morados.

Le hablaba el médico y ni abría los ojitos, nomás se le hundía el pecho

de mero en medio y se le oía el mismo ruidito cada que respiraba.

El corazón le latía como potro desbocado, rápido, rápido.

Yo empecé a sentir que todo se iba poniendo negro, se me hundía el piso más y más.

No podía dejar de mirarlo ni un momento.

¡Lo traes muy malo, madre! Alcancé a escuchar la voz del médico,

Así, como si fuera un eco en una cazuela de barro, muy lejos.

No podía hablar. Sentía como un sapo  atravesado en la garganta.

Mi hijo abrió bien grandotes los ojos, se me quedó mirando y de golpe los cerró.

Ya luego no supe qué pasó.

31 DE AGOSTO

Mi niño ya está en el cielo.

que le  dé gracias a Dios de que casi no sufrió, dice su madrina. Que hay tantos que duran mucho tiempo enfermos. 

No entiendo, pues, qué fue. No, no pudo ser el mentado COVID.  Ellos son los que  saben, nos dijeron que los niños no se enferman, que  por eso iniciaban las clases, porque ya no había riesgo de contagio.

¿Y ‘ora qué hago aquí sola,  sin mi niño, con los brazos vacíos?

 

 


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