domingo, 2 de enero de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

FRENTE AL ESPEJO

Heme aquí frente al espejo, emprendiendo una nueva etapa del camino.  Nadie podrá determinar cuánto tiempo durará.  Lo que sí, es que hoy lo inicio con la disposición de hacer de este período –corto o largo—lo mejor.

Terminó un año de importantes desafíos.  Muchos compañeros fueron abandonando el camino, lo que a ratos  mermó nuestro entusiasmo por seguir adelante.

Hubo momentos de gran incertidumbre, en los cuales llegamos a dudar cumplir con nuestra tarea de vida.  Pero aquí estamos al final de ese lapso, para contarlo.

Frente al espejo valoro lo que hice bien y lo que hice mal.  Reconozco que hubo decisiones que pudieron ser mejor tomadas.  En fin, así es la vida, del ensayo y del error aprendemos.

Doy gracias al cielo por esos amigos auténticos que han estado allí en todo momento.  Los valientes que no dudan en manifestar su parecer de frente, evitando el hábito ocioso de hablar a espaldas de otros.

Ha habido grandes oportunidades de crecimiento.  Tantas veces disfrazadas de retos, quizá hasta dolorosos, a través de los cuales he tenido ocasión de aprender cosas nuevas.

Me veo al espejo y me pregunto cuántas veces actué en una forma equívoca o egoísta, cuando pude haberlo hecho de mejor manera.  Cuántas veces dominó en mí la soberbia para que, alejándome de la humildad, me haya privado de asimilar lecciones enriquecedoras.

Frente a mi propia imagen lamento esas horas desperdiciadas.  El tiempo que dejé pasar a lo tonto, cuando, aprovechándolo, pude haber conseguido una vida mejor.

En este período aprendí también que de todo ser humano se adquieren enseñanzas, aun de quienes parecen actuar en nuestra contra.

La naturaleza ha sido pródiga en lecciones, a cada momento, en todo espacio, desde el amanecer hasta el ocaso.  De ellas he desperdiciado una gran cantidad, desde mi molicie.  Olvidé que no se necesitan grandes maestros para aprender a sacar provecho de la vida.  Es más bien la disposición para hacerlo, la que nos va encauzando.

Este inicio de año empezaré por mí: Por los pensamientos que albergo, porque ellos dan forma a mis ideas, y éstas a mis acciones.

Mantenerme con disciplina a lo largo del año; evitar los vacíos ociosos donde la depresión hace nicho.

Llenar mi mundo con pensamientos alegres.  Ser felices no implica la ausencia de problemas, sino la capacidad de lidiar con ellos de manera entusiasta.

Este nuevo período de tiempo me propongo levantarme cada mañana con una actitud renovadora.

Habrá que recordar que el propio ánimo es el cincel que modela nuestra actitud.

Vivamos conscientes de que cada uno es responsable de sus  actos.  Que la propia no es una carga mayor que la que llevan los demás.

Frente a las condiciones de riesgo sanitario, atender a la ciencia y desoír a aquellos que buscan meter ruido para inquietar al mundo.

Manejar nuestro cuerpo como si fuera un templo de sabiduría.  Alimentarlo con nutrimentos espirituales y físicos que le ayuden a aumentar su esplendor.

Alojar dentro de éste elementos  positivos y enriquecedores. Ser capaces, más delante, de compartirlos al mundo.

Aprendamos a cuidar nuestra casa, el planeta.  Prodiguemos para él cuidados amorosos que redunden en las mejores condiciones de vida para todos.

Planteemos a nuestra mente y a nuestro corazón nuevos retos cada día.  Que la noche no nos sorprenda sin haber adquirido un nuevo conocimiento, una habilidad que antes no poseíamos, y que hoy nos armoniza más con el entorno.

Enfoquémonos a hallar siempre una razón superior a nosotros mismos para orientar nuestros empeños.

¡Hay tanto, tanto qué aprender! Lo que menos se vale es sentir aburrimiento, en un mundo tan generoso para compartirnos.

Sea este 2022 un año de aprovechamiento en todos sentidos, comenzando por el espiritual.

Sea  tiempo de altos propósitos por cumplir y de enorme agradecimiento por lo que se tiene.

Sea ocasión de esforzarnos, de poner ese punto extra capaz de mejorar la realidad para todos.

Permitamos que sea un período para aquilatar lo que se recibe y aumentar lo que se da.  Que, finalmente, en dar y recibir la humanidad crece.

Aprendamos a valorar nuestras circunstancias personales como una plataforma de despegue para nuestros sueños.

Y, sobre todo, no olvidemos, cada mañana, evaluarnos frente al espejo antes de salir de casa, en la disposición de ir a trabajar aquellos aspectos que necesitan ser modificados.

La vida es la mejor tarea que nos toca cumplir sobre el planeta.

¡Feliz año nuevo!

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