domingo, 7 de diciembre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 LO QUE SIENTES IMPORTA

La depresión y el suicidio se han convertido en problemas cada vez más frecuentes, en particular entre niños y jóvenes. En el territorio nacional Coahuila no se encuentra en los primeros lugares en cuanto a estas condiciones, pero sí ha enfocado gran parte de sus iniciativas gubernamentales hacia la salud mental, en particular la prevención de casos de depresión y suicidio.

“Lo que sientes importa” es un eslogan que ha difundido el gobierno coahuilense de muy diversas maneras, en particular dirigido a los jóvenes. Lo encuentro muy apropiado, puesto que abarca todos los estados de ánimo por los que un ser humano pueda estar pasando. Deja de lado las emociones políticamente correctas, para incluir a todos los seres humanos. Cualquier sentimiento es válido y digno de tomarse en cuenta, dado que  proviene de alguien que sufre por ello.

Ha sido tal vez hasta el arranque de este nuevo siglo que los trastornos mentales pasaron a ocupar un lugar dentro de las causas de consulta médica o psicológica. Antes de ello, era hasta vergonzoso expresar la necesidad de un apoyo profesional. Se consideraba que carreras como la psicología o la psiquiatría se dedicaban a tratar personas dementes en los manicomios. El concepto de alteraciones emocionales y su atención en el consultorio no existía, pese a los avances que profesionales como Sigmund Freud, Carl Gustav Jung o Jacques Lacan habían hecho en el campo de la salud mental, y que la literatura a propósito de estos temas se encontraba ya en manos del público en general.

Un factor adicional que entorpecía los avances en el manejo de las emociones era el concepto de que, para superar una condición como la depresión o la ansiedad, bastaba con proponerse hacerlo mediante la propia voluntad. Fue algo que llevó a muchos a un estancamiento o un agravamiento de sus condiciones, al sentirse incapaces de lograr lo que otros esperaban que consiguieran por sí mismos.

Afortunadamente ahora vivimos en un tiempo en el que se acepta que el aparato mental de la persona, al igual que cualquier otro aparato o sistema de su organismo, puede enfermar y requerir de atención profesional. Aun así, el joven que entra en conflicto con sus propias emociones, tal vez no lo tenga tan claro ni sepa que es válido sentirse mal consigo mismo o con los demás, y que existen recursos externos que lo pueden ayudar a entender y superar esas condiciones internas. No dudo que en torno suyo haya aún desinformación que lo orille a callar y tratar de ignorar sus propios sentimientos, en lugar de salir a buscar apoyo. Por ello resulta de gran valor un eslogan como este que afirma que lo que sientes importa, que te tomamos en cuenta y te creemos, y que, en caso de requerirse, te facilitaremos lo necesario para que te sientas mejor.

Basta con remitirnos a nuestros propios años de adolescencia y recordar las dudas que nos asaltaban, las sensaciones que a ratos nos invadían, ese sentir que éramos distintos y no encajábamos, en particular dentro del núcleo familiar, lo que nos afectaba profundamente. Lo inadecuado que llegaba a ser nuestro modo de reaccionar a lo que percibíamos en derredor, sin tener a la mano un apoyo que orientara, sosegara y animara a seguir adelante, convenciéndonos de que todo iba a estar bien.

Los casos de intento de suicidio entre adolescentes (y no dudo que también entre adultos) han documentado que el considerar privarse de la vida no es tanto por un deseo de morir, sino por la urgente necesidad de escapar de una situación angustiante.  Esto es, se recurre a una salida definitiva para un problema temporal que agobia. Si hubiera alguien experimentado cercano a ese joven, con quien pudiera ventilar sus dudas, otra cosa sería. Por desgracia, no suele haber nadie cercano al chico que decide terminar con su problema por ese camino.

Gran campaña que ha emprendido el gobierno coahuilense para disminuir las condiciones emocionales que afectan a la población, en particular a los jóvenes, que tantas veces se sienten inadecuados en un mundo que parece no tomar en cuenta sus estados de ánimo. Un modo excelente de validar las emociones que a ratos los apabullan en total soledad.

Alejandra Pizarnik, poeta y ensayista argentina que murió muy joven por suicidio, tiene una vasta obra poética, buena parte de ella a propósito de la depresión, como este poema intitulado “Contemplación de algo que termina”, publicado seis años antes de su muerte:  

“Esta lila se deshoja,

Desde sí misma cae

y oculta su antigua sombra.

He de morir de cosas así.”

¡Qué forma de expresar los estados internos de un ser humano que sufre y no halla cómo salir adelante en su soledad!

Que ninguno de nuestros jóvenes se sienta así de solo. Trabajemos gobierno y ciudadanía por conseguirlo, para bien de todos.

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