domingo, 10 de octubre de 2010

LAS BUENAS COSTUMBRES EN LAS FAMILIAS DECIMONÓNICAS





Adaptación libre de extractos tomados del artículo de la Dra. Guadalupe Ríos de la Torre, Doctora en Historia. Profesora –Investigadora, Universidad Autónoma Metropolitana- Azcapotzalco/// UAM Publicaciones.

Carmelita Romero Rubio le enseño al señor Presidente Don Porfirio Díaz que no era correcto: Escupir en los tapetes, usar palillo para escarbarse los dientes después de comer, poner los codos sobre la mesa, hacer buches, andar desaliñado. Porfirio: córtate el bigote, no olvides usar tus polvos de arroz que son los que te blanquean, como la gente decente. (Krauze: Porfirio Díaz, Clío, 1987)

Se creía que el hombre era fuerte, firme e inteligente, mientras que la mujer era intuitiva, sensible, sumisa y abnegada, y poseía un organismo frágil, músculos delicados, un sistema nervioso irritable y un cráneo pequeño.

Se argumentaba que por sus atributos y sus características la mujer era apta para la maternidad y las tares domésticas, pero inhábil para ejercer las actividades reservadas a los varones.

Se pensaba que la mujer tenía varias obligaciones: la primera de ellas era atender al marido y generar en su hogar una atmósfera de apacibilidad, según lo señalaba las revistas y el famoso Manual de Carreño.

En segundo lugar estaba encargada de educar a los hijos e inculcarles las primeras nociones morales; por último, debía desempeñar o supervisar las tareas domésticas.[

Así, mientras el varón podía salir al mundo público, se consideraba como deseable que ella permaneciera en el hogar y se veía mal que anduviera en la calle, es decir, se reservaba el ámbito doméstico. La separación de funciones y de espacios se justificaba con argumentos supuestamente "científicos", pues se decía que cada género poseía atributos orgánicos que lo destinaban a cumplir con su misión.

De acuerdo con los manuales de urbanidad las mujeres de la ciudad de Tulancingo deberían casarse a la edad de 18 años. De lo contrario tendrían que evocar al milagroso San Antonio:

San Antonio milagroso
Yo te suplico llorando
Que me des un buen esposo
Porque ya me estoy pasando


Si consideramos que en 1895 sólo el 14 % de la población sabía leer y escribir en 1910 dicha proporción había aumentado apenas un 20 %. Sin embargo, la gran cantidad de publicaciones que hubo en ésta época nos indica que un mayor porcentaje de la población gozaba de la lectura.

Las publicaciones periódicas aprobadas para las mujeres de la época eran:

Periódicos:

El Tiempo.
La Voz Nacional
(Prensa de corte conservador)

La Nación (Partido Católico)

Revistas semanales:

El Álbum para Damas.
El Hogar.

El Diario del Hogar

Vida Moderna.
Cosmos
(se le considera el primer magazín que se publicó en México)

Y por supuesto en todo hogar decente no podía faltar el Manual de Etiqueta y Buenas Costumbres del venezolano Manuel Carreño.


 

1 comentario:

  1. Muy buena lectura pero para mi gusto le falta mas texto 😁

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