MEDIOS: ¿HASTA DÓNDE?
Acabo de regresar del
XIV Congreso Nacional de Pediatría, que organiza año con año la CONAPEME. En
esta ocasión se llevó a cabo en la ciudad de Monterrey, misma que se lució con sus
abruptos cambios de clima, para sorpresa de propios y extraños.
Como sucede en estos eventos, la
actualización médica a cargo de profesores nacionales y extranjeros nos proporciona una visión panorámica de los
problemas de salud que enfrentan nuestros niños y jóvenes, así como las novedades
en cuanto a medidas preventivas para diversas condiciones patológicas.
Dos módulos vienen teniendo más peso en los
últimos tiempos, uno es el de Bioética dentro del cual se revisan temas que
tienen qué ver con asuntos de orden ético en la toma de decisiones frente al
paciente y sus familiares, desde cuestiones como el consentimiento informado
para la aplicación de vacunas, hasta asuntos que de entrada resultan azarosos,
como sería hasta qué punto tiene derecho el niño con cáncer, a decidir la
continuación o suspensión de su
tratamiento.
El otro módulo que crece año con año es el
relativo a Informática, dentro del cual se habla del niño frente a los medios,
y la influencia que la televisión, el Internet y los videojuegos llegan a tener
en él. Los datos presentados esta vez son para ponernos a todos a pensar, en los Estados Unidos se viene estudiando a
profundidad el efecto que llega a provocar el uso frecuente de videojuegos de
combate. Recientes investigaciones se
inclinan a considerar que un chico acostumbrado a este tipo de juegos tendría buena
puntería, en la eventualidad de que llegase a tomar un arma real. Además de que responde a lo que tiene frente
a sí “en automático”, sin que medie mayor reflexión antes de disparar, algo que
podría explicar en buena parte el
proceder de adolescentes que han
protagonizado masacres al descargar una o varias armas contra compañeros de
escuela o maestros.
Y así encontramos en el cine, la televisión
y los medios electrónicos, el prototipo del héroe que mata con particular
violencia, aunque claro, mata sólo a los
malos, lo que busca justificarlo. Y no se diga la carga de escenas violentas y
de ruidos ensordecedores que se presentan en cada uno de los encuentros del
superhéroe con los antagonistas, a los cuales vemos en la escena caer como
pajaritos, o explotar en mil pedazos.
Otro punto importante es el hecho de que
portar un arma proporciona al chico una sensación de seguridad, lo que
explicaría esos casos de los que nos
enteramos a últimas fechas, de un niño pequeño
al que se le descubre un arma en su mochila escolar.
Todos reconocemos la relación entre
genitalidad en la pantalla y patologías
relacionadas con la práctica sexual de adolescentes. Cuestiones como el sexo
temprano, embarazo en adolescentes y
enfermedades de transmisión sexual guardan una relación directa con la carga de
genitalidad propia de los programas televisivos o descargas por Internet. Probablemente nosotros como adultos hemos
desarrollado un acostumbramiento a frases de contenido sexual en la televisión
y ya no reparamos en ellas. O puede
suceder que como padres pecamos de
ingenuos y no detectamos que los chicos ven
pornografía, lo que, además de los problemas
ya mencionados, contribuye a
distorsionar el goce sexual real, algo que
repercute finalmente en la relación de pareja.
Otro punto que tiene qué ver con este
concepto distorsionado de la sexualidad es el “sexting”, o transmisión por
medios electrónicos de imágenes propias de contenido sexual por parte de
adolescentes, que para algunos autores
llega a practicarse hasta por 6 de cada 10 jóvenes de ambos sexos.
Asimismo surge el “ciberbullying”, o acoso
mediante medios de comunicación electrónicos, capaz de provocar desde
trastornos emocionales menores hasta suicidios en grado de tentativa o
consumados.
Un ejercicio interesante sería traducir en
palabras los mensajes que esas escenas de violencia o de sexo transmiten,
digamos: “Matar con violencia está bien, si los que se mueren son los malos.”,
o bien: “Ante la duda, ataca”. U otro: “Más vale que digan que es inteligente porque
atacó, y no que es tonto porque no lo hizo.” En fin, podríamos hacer una larga
lista de estos mensajes subliminales de violencia.
Otro tanto podríamos hacer con el sexo: “Si
está guapo, acuéstate con él.”, “Lo
normal es hacerlo”, “El que no lo ha hecho a los veinte es un burro”. O con los mensajes que incitan a desarrollar
el afán de posesión: “No es tuyo pero si te gusta y nadie te ve, tómalo”, o
bien: “Solamente con un deportivo del año te tomarán en cuenta”, o “En la
guerra y en el amor todo se vale”.
Los
medios llegaron para quedarse. De
nosotros depende si llevan la batuta
dentro de casa.
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