domingo, 5 de mayo de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


MEDIOS: ¿HASTA DÓNDE?
Acabo de regresar del XIV Congreso Nacional de Pediatría, que organiza año con año la CONAPEME. En esta ocasión se llevó a cabo en la ciudad de Monterrey, misma que se lució con sus abruptos cambios de clima, para sorpresa de propios y extraños.
   Como sucede en estos eventos, la actualización médica a cargo de profesores nacionales y extranjeros nos  proporciona una visión panorámica de los problemas de salud que enfrentan nuestros niños y jóvenes, así como las novedades en cuanto a medidas preventivas para diversas condiciones patológicas.
   Dos módulos vienen teniendo más peso en los últimos tiempos, uno es el de Bioética dentro del cual se revisan temas que tienen qué ver con asuntos de orden ético en la toma de decisiones frente al paciente y sus familiares, desde cuestiones como el consentimiento informado para la aplicación de vacunas, hasta asuntos que de entrada resultan azarosos, como sería hasta qué punto tiene derecho el niño con cáncer, a decidir la continuación o suspensión  de su tratamiento.
  El otro módulo que crece año con año es el relativo a Informática, dentro del cual se habla del niño frente a los medios, y la influencia que la televisión, el Internet y los videojuegos llegan a tener en él.   Los datos presentados   esta vez son para ponernos a todos a pensar,  en los Estados Unidos se viene estudiando a profundidad el efecto que llega a provocar el uso frecuente de videojuegos de combate.  Recientes investigaciones se inclinan a considerar que un chico acostumbrado a este tipo de juegos tendría buena puntería, en la eventualidad de que llegase a tomar un arma real.  Además de que responde a lo que tiene frente a sí “en automático”, sin que medie mayor reflexión antes de disparar, algo que podría explicar en buena parte  el proceder de adolescentes que  han protagonizado masacres al descargar una o varias armas contra compañeros de escuela o maestros.
   Y así encontramos en el cine, la televisión y los medios electrónicos, el prototipo del héroe que mata con particular violencia,  aunque claro, mata sólo a los malos, lo que  busca justificarlo.  Y no se diga la carga de escenas violentas y de ruidos ensordecedores que se presentan en cada uno de los encuentros del superhéroe con los antagonistas, a los cuales vemos en la escena caer como pajaritos, o explotar en mil pedazos.
   Otro punto importante es el hecho de que portar un arma proporciona al chico una sensación de seguridad, lo que explicaría esos casos  de los que nos enteramos a últimas fechas, de un niño pequeño  al que se le descubre un arma en su mochila escolar.
   Todos reconocemos la relación entre genitalidad en  la pantalla y patologías relacionadas con la práctica sexual de adolescentes. Cuestiones como el sexo temprano, embarazo  en adolescentes y enfermedades de transmisión sexual guardan una relación directa con la carga de genitalidad propia de los programas televisivos o descargas por Internet.  Probablemente nosotros como adultos hemos desarrollado un acostumbramiento a frases de contenido sexual en la televisión y ya no reparamos en ellas.  O puede suceder que  como padres pecamos de ingenuos y no  detectamos que los chicos ven pornografía, lo que, además de los problemas  ya mencionados,  contribuye a distorsionar el goce sexual real,  algo que repercute finalmente en la relación de pareja.  
   Otro punto que tiene qué ver con este concepto distorsionado de la sexualidad es el “sexting”, o transmisión por medios electrónicos de imágenes  propias de contenido sexual por parte de adolescentes, que para algunos autores  llega a practicarse hasta por 6 de cada 10 jóvenes de ambos sexos.
   Asimismo surge el “ciberbullying”, o acoso mediante medios de comunicación electrónicos, capaz de provocar desde trastornos emocionales menores hasta suicidios en grado de tentativa o consumados.
   Un ejercicio interesante sería traducir en palabras los mensajes que esas escenas de violencia o de sexo transmiten, digamos: “Matar con violencia está bien, si los que se mueren son los malos.”, o bien: “Ante la duda, ataca”. U otro: “Más vale que digan que es inteligente porque atacó, y no que es tonto porque no lo hizo.” En fin, podríamos hacer una larga lista de estos mensajes subliminales de violencia.
   Otro tanto podríamos hacer con el sexo: “Si está guapo,  acuéstate con él.”, “Lo normal es hacerlo”, “El que no lo ha hecho a los veinte es un burro”.  O con los mensajes que incitan a desarrollar el afán de posesión: “No es tuyo pero si te gusta y nadie te ve, tómalo”, o bien: “Solamente con un deportivo del año te tomarán en cuenta”, o “En la guerra y en el amor todo se vale”.
      Los medios llegaron para quedarse.  De nosotros depende  si llevan la batuta dentro de casa.

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