CAOS: PRINCIPIO DEL FIN
Para esta frontera coahuilense la que termina fue una
semana de grandes tragedias derivadas de
una tromba que provocó inundaciones en
distintos puntos. La tormenta iniciada
la mañana del viernes 14 trajo buena cantidad de agua al campo castigado por la
sequía desde largo tiempo atrás. La
precipitación de 19 pulgadas en el lapso de 12 horas provocó que las tierras
secas revivieran, aunque ocasionó grandes problemas a buena
parte de los habitantes de las zonas urbanas.
A una
semana del meteoro hay diversas colonias que sufren los estragos del agua;
algunas familias perdieron sus bienes muebles, y para otras el daño fue mayor,
pues la estructura de sus casas de interés social se dañó al grado de volverlas
inhabitables.
Cuando
miramos con ojo crítico lo recién acontecido en cuestión del clima,
observaremos que, como tantas otras cosas que vienen sucediendo en estos
tiempos, podríamos encontrar una
explicación satisfactoria a través de la Teoría del Caos de Prigogine, modelo
matemático que puede aplicarse tanto a fenómenos climatológicos como a cambios
sociales, en un afán de explicar lo que de primera intención pareciera
inexplicable.
A través
de esta forma de ver las cosas, el caos es el resultante de la interacción de
múltiples factores que vuelven los fenómenos sobre el planeta imprevisibles, de
tal modo que no siguen un orden
preciso. Algunos presentan una intensidad proporcional entre la causa y el
efecto; otros de gran magnitud derivan de
causas muy pequeñas, y finalmente, grandes causas provocan pequeños efectos.
Quizá lo
ocurrido en nuestra región hace una semana tenga qué ver con el efecto “gota de
agua”, que se maneja dentro de la propia Teoría del Caos. Hay una causa que está provocando un efecto
acumulativo, que no se nota durante un buen tiempo; aparentemente no pasa nada
hasta un punto crítico, en el cual una minúscula gota más, tratándose de un
líquido contenido en un recipiente, provoca una extravasación
espectacular. Tal vez de este modo se
explique que en el lapso de medio día haya llovido lo que no había llovido en
un año, como consecuencia de trastornos climáticos crónicos los cuales,
lamentablemente, tienen relación directa
con el mal manejo que hemos hecho los humanos de los recursos naturales.
En aspectos
sociológicos también es aplicable este modelo de aparente desorden que parece
estar llevándonos como especie humana a tocar fondo. En nuestro país suceden hechos lamentables
que se antojan alejados de toda lógica, y que ni siquiera en sus tiempos
reportaba el tabloide amarillista “Alarma”.
Un individuo ebrio se exalta y avienta a su menor hija de tres meses
contra una pared “de puro coraje”. En el
estado de Sonora escolares de sexto año actúan
de manera grupal para acosar a una jovencita a la cual dejan inconsciente luego
de asfixiarla mediante ahorcamiento “porque no les gustaba el acento de su voz”. En el estado de Guerrero una madre, su bebita
de cuatro meses y la empleada doméstica son muertas de manera violenta sin que
hasta el momento exista un posible móvil para tan terrible homicidio. Hace tres días asesinan a balazos a una
pequeña de siete años, y nadie alcanza a explicarse por qué…
Von
Bertalanffy se refiere en su Teoría General de Sistemas a mecanismos
amplificadores mediante los cuales una pequeña causa, debido a distintos
factores del medio circundante, provoca un gran efecto. Tal parece que esto es lo que sucede en
nuestro país, cuando los mensajes
subliminales que nos llegan de manera constante a través de diversos medios de
comunicación van ejerciendo un efecto acumulativo, al punto que cualquier
aberración en la conducta humana comienza a resultar normal, y va generando
en nosotros una progresiva insensibilización social.
El ideal
de una sociedad es el mantenimiento de un orden lógico que nos asegure a todos
el beneficio de los recursos colectivos.
Sin embargo lo que observamos últimamente tiene más qué ver con modos de sacar ventaja en la utilización de
esos recursos. Lo más obvio, los grandes
robos de dineros públicos llevados a cabo de manera descarada por funcionarios
de diverso orden. Se descubre el desfalco, se somete a investigación, tal vez se integre
la formal denuncia, pero después de ello no pasa nada que tenga qué ver
directamente con el ilícito.
Probablemente se constituyan dos o tres chivos expiatorios que son
sentenciados, pero hasta ahí las cosas, no vemos que la justicia eche mano de los verdaderos culpables de ese
robo a la nación.
Así como se
vislumbra que estos bruscos cambios climatológicos vayan a funcionar como
alerta para poner orden y evitar mayor contaminación, quiero pensar que el caos
social predominante sea el principio del
fin del mayúsculo desorden que hemos alcanzado como grupo humano, y que todo
comience finalmente a tomar su cauce.
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