domingo, 23 de junio de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CAOS: PRINCIPIO DEL FIN
Para esta frontera coahuilense la que termina fue una semana  de grandes tragedias derivadas de una  tromba que provocó inundaciones en distintos puntos.   La tormenta iniciada la mañana del viernes 14 trajo buena cantidad de agua al campo castigado por la sequía desde largo tiempo atrás.   La precipitación de 19 pulgadas en el lapso de 12 horas provocó que las tierras secas  revivieran,  aunque ocasionó grandes problemas a buena parte de los habitantes de las zonas urbanas.
   A una semana del meteoro hay diversas colonias que sufren los estragos del agua; algunas familias perdieron sus bienes muebles, y para otras el daño fue mayor, pues la estructura de sus casas de interés social se dañó al grado de volverlas inhabitables.
   Cuando miramos con ojo crítico lo recién acontecido en cuestión del clima, observaremos que, como tantas otras cosas que vienen sucediendo en estos tiempos,  podríamos encontrar una explicación satisfactoria a través de la Teoría del Caos de Prigogine, modelo matemático que puede aplicarse tanto a fenómenos climatológicos como a cambios sociales, en un afán de explicar lo que de primera intención pareciera inexplicable.
   A través de esta forma de ver las cosas, el caos es el resultante de la interacción de múltiples factores que vuelven los fenómenos sobre el planeta imprevisibles, de tal modo que no  siguen un orden preciso.  Algunos presentan  una intensidad proporcional entre la causa y el efecto; otros de gran magnitud  derivan de causas muy pequeñas, y finalmente, grandes causas provocan pequeños efectos.
   Quizá lo ocurrido en nuestra región hace una semana tenga qué ver con el efecto “gota de agua”, que se maneja dentro de la propia Teoría del Caos.   Hay una causa que está provocando un efecto acumulativo, que no se nota durante un buen tiempo; aparentemente no pasa nada hasta un punto crítico, en el cual una minúscula gota más, tratándose de un líquido contenido en un recipiente, provoca una extravasación espectacular.   Tal vez de este modo se explique que en el lapso de medio día haya llovido lo que no había llovido en un año, como consecuencia de trastornos climáticos crónicos los cuales, lamentablemente,  tienen relación directa con el mal manejo que hemos hecho los humanos de los recursos naturales.
   En aspectos sociológicos también es aplicable este modelo de aparente desorden que parece estar llevándonos como especie humana a tocar fondo.  En nuestro país suceden hechos lamentables que se antojan alejados de toda lógica, y que ni siquiera en sus tiempos reportaba el tabloide amarillista “Alarma”.  Un individuo ebrio se exalta y avienta a su menor hija de tres meses contra una pared “de puro coraje”.  En el estado de Sonora escolares de sexto  año actúan de manera grupal para acosar a una jovencita a la cual dejan inconsciente luego de asfixiarla mediante ahorcamiento “porque no les gustaba el acento de su voz”.  En el estado de Guerrero una madre, su bebita de cuatro meses y la empleada doméstica son muertas de manera violenta sin que hasta el momento exista un posible móvil para tan terrible homicidio.  Hace tres días asesinan a balazos a una pequeña de siete años, y nadie alcanza a explicarse por qué…
   Von Bertalanffy se refiere en su Teoría General de Sistemas a mecanismos amplificadores mediante los cuales una pequeña causa, debido a distintos factores del medio circundante, provoca un gran efecto.  Tal parece que esto es lo que sucede en nuestro país, cuando los  mensajes subliminales que nos llegan de manera constante a través de diversos medios de comunicación van ejerciendo un efecto acumulativo, al punto que cualquier aberración en la conducta humana  comienza a resultar normal,   y va generando en nosotros una progresiva insensibilización social.
   El ideal de una sociedad es el mantenimiento de un orden lógico que nos asegure a todos el beneficio de los recursos colectivos.  Sin embargo lo que observamos últimamente tiene más qué ver con  modos de sacar ventaja en la utilización de esos recursos.  Lo más obvio, los grandes robos de dineros públicos llevados a cabo de manera descarada por funcionarios de diverso orden. Se descubre el desfalco, se somete a investigación, tal vez  se integre  la formal denuncia, pero después de ello no pasa nada que tenga qué ver directamente con el ilícito.  Probablemente se constituyan dos o tres chivos expiatorios que son sentenciados, pero hasta ahí las cosas, no vemos que la justicia  eche mano de los verdaderos culpables de ese robo a la nación.

   Así como se vislumbra que estos bruscos cambios climatológicos vayan a funcionar como alerta para poner orden y evitar mayor contaminación, quiero pensar que el caos social  predominante sea el principio del fin del mayúsculo desorden que hemos alcanzado como grupo humano, y que todo comience finalmente a tomar su cauce.

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