LA JUSTA VISIÓN
En días pasados, dentro del marco del Mundial
Brasil 2014, un joven mexicano, hijo del procurador del estado de Chiapas, se
lanzó al mar desde un transbordador.
Testigos refieren que se hallaba alcoholizado cuando advirtió a sus
contertulios que le tomaran fotos y video, argumentando: “Voy a parar el
barco; voy a hacer historia”. Ellos mismos relatan que se lanzó al mar animado por el deseo de
impresionar a una reportera.
Lamentable
suicidio imprudencial opaca el ambiente
festivo del Mundial, pero ¡vaya! él logró sus objetivos, paró el barco e hizo
historia, recibiendo una publicidad desproporcionada
por todos los medios, que no cesan de transmitir la noticia, no sé si en un afán
nacionalista, o deportivo, o por ser algo muy original que no sucede todos los
días, y en el que ya se involucraron las Fuerzas Armadas brasileñas, Relaciones
Exteriores y el Gobierno de Chiapas. Sin
embargo considero que es momento de hacer un llamado a la cordura.
Difícilmente
habrá una iniciativa humana que no esté gobernada por la emoción. Desde las acciones más románticas, hasta hechos
fríos y racionales, todos estos actos tienen un origen común en las emociones
propias del ser humano. En gran medida
la apropiación y el apego que hemos desarrollado frente a las tecnologías de la
información y comunicación (TIC), obedecen a que representan canales mediante los cuales, en el
caos propio del tercer milenio, no nos
sentimos tan aislados en el planeta.
Ello explica que no podamos salir de casa sin el teléfono celular, o que
frente a cualquier escena digna de ser contemplada, prefiramos hacerlo a través de la lente de la
cámara, para obtener la mejor fotografía.
Pudiera
decirse que nos convertimos en protagonistas del guión de nuestra propia
existencia, y nos sentimos obligados a responder a la presencia de los medios
electrónicos, más que a nuestra integridad y prudencia. Así el caso de este joven quien decidió plasmar
de modo digital una parte de su historia
personal, sin imaginar acaso que fuera el capítulo final de su biografía.
En días
pasados, dentro de un discurso como coordinadora del Taller de Historia para
Damas de Piedras Negras, utilicé un concepto que plasma Alfonso Reyes en su “Visión de
Anáhuac”: “Cualquiera que sea la doctrina
histórica que se profese (…), nos une con la raza de ayer, sin hablar de
sangres, la comunidad del esfuerzo por domeñar nuestra naturaleza brava y
fragosa; esfuerzo que es la base bruta de la historia…”
Partiendo
de esta cosmovisión de Reyes, también conocido como “el regiomontano universal”
podemos esperar que la historia esté conformada por la crónica de hechos
extraordinarios llevados a cabo por individuos comprometidos con una causa,
entregados a la misma, que no dudaron en poner hasta la última fibra de su
ser. Personajes que tuvieron una vida
excepcional por su entrega a causas superiores, y que a la vuelta del tiempo
constituyen paradigmas de nobleza, voluntad y trascendencia.
Sin lugar
a dudas la amplia cobertura mediática del joven que se lanzó al mar está
sirviendo de consuelo a la atribulada familia, a los amigos y a la novia del
muchacho, y de ninguna manera
pretendería desestimar su dolor, sin embargo es tiempo de poner las cosas en la
justa perspectiva. El joven se lanzó por
voluntad propia, tal vez bajo los influjos del alcohol, por llamar la atención
del sexo opuesto, punto; nada justifica darle tratamiento de mártir o de héroe.
Los
medios de comunicación tienen comportamientos erráticos que no alcanzamos bien
a bien a comprender, y quizás se cargan en un sentido, en tanto descuidan otros
aspectos del quehacer humano que por lógica deberían tener mayor difusión. A lo largo del día, por todo el territorio
nacional, hay infinidad de héroes anónimos que luchan por engrandecer al
país. Algunos mediante el celoso
cumplimiento de su deber, para proporcionar a su familia lo necesario para
salir adelante; otros llevando a cabo actividades en las que exponen su propia
vida por salvar la de otros. Hay
diversas organizaciones civiles que donan tiempo y dinero a favor de sectores
vulnerables de la población; hay mecenas que apoyan talentos emergentes; hay
padres, madres, hermanos, abuelos, maestros, religiosos; hay médicos, enfermeros,
puericultores; hay policías, bomberos, rescatistas; hay voluntades, empeños,
fortalezas… hay enfermos que se niegan a darse por derrotados. Los hogares, las
calles, las escuelas, los hospitales, están llenos de personas que obran
milagros día con día… Estos son los verdaderos héroes por cuya callada labor la
patria se fortalece, crece y se eleva.
¿Cuándo comenzarán
a hacerles justicia los medios de comunicación…?
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