DESESPERANZA
En lo relativo al nacimiento hay una tendencia actual, de la
que muchos amigos pediatras son grandes apasionados: El nacimiento humanizado. Se busca adoptar al modelo de nacimiento en el
que el nuevo ser es recibido de forma acogedora y amigable, claro, sin descuidar las
elementales normas de higiene.
Son muchas las investigaciones que señalan que cada evento
traumático desde antes del nacimiento contribuye a la modificación de la intimidad
celular, con efectos que llegan a ser altamente perjudiciales a lo largo de la
vida. Por ello este esfuerzo por actuar
en todo aquello que rodea el primer contacto de un ser humano con el mundo.
Yendo más adelante, habría también que trabajar en conseguir
para el niño un trato humanizado a lo largo de todo su desarrollo, que permita
prevenir daños emocionales, en particular la depresión. En las últimas semanas diversas voces vienen
hablando acerca del suicidio, máxime a partir de la muerte de Robin Williams, a quien todos teníamos en
el concepto de un artista sólido en lo profesional, exitoso en lo económico, y
con signos externos que sugerían que era feliz. Una de las primeras asociaciones lógicas es
que tener fama y dinero equivale a tener felicidad, y así la mayoría de los
afanes de la clase media tantas veces se encaminan a conseguir reconocimiento y
dinero, con la convicción de que en automático traerán aparejada la dicha.
¿De dónde surge esta paradoja? Podríamos atribuirla al
modelo económico consumista, y su consigna
de que somos en función de lo que tenemos, lo que nos lleva a una desesperada
carrera por tener. Pero, ¡vaya! los
valores inculcados en casa difieren de esta falacia consumista… ¿Será entonces
que los jóvenes de hoy están siendo formados por otras instancias más allá de
la familia? ¿Será que los arquetipos que ellos toman provienen de fuentes como
la televisión?...
En lo personal no veo telenovelas, simplemente no me gustan,
y de lo poco que conozco percibo una tendencia muy perversa para quienes, no teniendo otros
modelos, se basan en los televisivos para definir sus personales objetivos. En las tramas de telenovelas los
protagonistas son rubios, de ojos claros, y poseedores de la dentadura perfecta
así sean pordioseros. Los más importantes poseen un apellido aristocrático, y
lucen impecables en su vestimenta, aún cuando vengan saliendo de la boca de una mina. Todos viven en cascos de hacienda o en residencias
muy lujosas, y el dinero les permite hacer lo que les venga en gana…Modelos
propios de un mundo consumista que pone precio a todo.
¿Cómo no se va a sentir basura el que más frente a aquellos modelos perfectos…? Y vaya,
si me receto telenovelas con estos
arquetipos falaces todas las tardes, claro que llego a suponer que eso es la
vida ideal, y yo un caso perdido.
Lo anterior viene a reforzar arquetipos propios de la
ambición, y contribuye a ahondar la percepción de un mundo caníbal, y a ratos
carente de sentido que nos daña con situaciones como la inseguridad, violencia,
falta de equidad, impunidad y corrupción, y que refuerzan de muchas maneras el mensaje de “tener para
ser”.
Aquel caldo de cultivo genera una depresión de diversos
grados, desde el desánimo hasta el total abatimiento, con un eje común, la presencia
de un vacío existencial, que finalmente no se llena nunca con nada.
Hoy en día no hay mucho que contribuya a que el niño
desarrolle su fuero interno, no parece haber mayor interés para trabajar en ello. Al contrario, todo lleva a sugerir que la
dicha, y el éxito, y la prosperidad, están más allá de su propia persona, y por
este camino se pierde más delante, arriesgando todo para conseguir esas cosas de fuera, en una
espiral interminable, muchas veces mortal.
No podemos prestar oídos sordos a esos silencios que
gritan. Nos toca iniciar un movimiento
de “vida humanizada”. A los pequeños más abrazos y menos críticas; más palabras
cálidas y apapachos, y menos condicionamientos. Más aceptación y menos
competencia; más ejemplo y menos discurso;
más convivencia y menos tecnología.
Un hijo de cualquier edad necesita sentirse amado hasta la
médula de los huesos; necesita la confirmación de sus seres queridos de que
vale y es importante por el solo hecho
de existir, y no por lo que haga o deje
de hacer. Necesita satisfacer su sentido
de pertenencia, saberse parte valiosa de un grupo que lo ama y acepta.
Me he topado con personas muy deprimidas que se apegan a las
redes sociales como un bebé a su frazada preferida, tratando de sentir calor y
seguridad. ¡Cuánto están pidiendo un abrazo cálido de sus seres amados!
El mal se llama “desesperanza”. El remedio “trato humanizador”. Los médicos
somos todos.
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