La alegría en el matrimonio no es algo que sucede por casualidad. Un buen matrimonio debe crearse.
En el Arte del Matrimonio, las pequeñas cosas son las más grandes. Es no sentirse demasiado viejo como para tomarse de las manos.
Es recordar decir "Te amo" al menos una vez al día. Nunca ir a la cama enojados.
Es nunca dar por hecho el cariño del otro, el cortejo no termina después de la luna de miel, sino que debe continuar a través de los años.
Es tener un sentido mutuo en cuanto a valores y objetivos. Es estar juntos para enfrentar al mundo.
Es formar un círculo de amor que abarque a toda la familia.
Es hacer cosas uno por el otro, no en actitud de obligación o sacrificio, sino con gozo.
Es expresar palabras de aprecio y demostrar gratitud de manera considerada.
No es esperar que el esposo tenga un halo o que la esposa tenga alas de ángel.
No se trata de buscar la perfección en el uno y el otro.
Es cultivar la flexibilidad, la paciencia, la comprensión y el sentido del humor.
Es tener la capacidad de perdonar y olvidar.
Es darse uno al otro un ambiente en el cual puedan crecer.
Es dejar espacio para la espiritualidad.
Es la búsqueda común de la bondad y la belleza.
Es establecer una relación en la cual la independencia sea igual para ambos, la dependencia mutua, y la obligación recíproca.
No es casarse con la pareja adecuada, es ser la pareja adecuada.
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