domingo, 28 de diciembre de 2014

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

UN MEJOR AÑO

Como sucede de manera periódica, llega a término un año más en nuestras vidas. Ahora nos encontramos en el umbral de lo que será para cada uno de nosotros un nuevo capítulo en la propia historia personal.

Llega el momento de hacer una evaluación de aquello con que iniciamos el 2014 y cómo lo concluimos; definir si el saldo es favorable para nuestra vida en general, y bosquejar la manera en la que comenzaremos este nuevo año.

Quizás como en pocas ocasiones, durante estos doce meses hemos vivido grandes sobresaltos provenientes del exterior, que en más de una ocasión nos robaron la tranquilidad. Pero logramos sortearlos y aquí estamos, con más experiencia y más aplomo para enfrentar los retos por venir.

Sabemos que cada tiempo que se cumple deja un saldo emocional doloroso por la pérdida de aquellos seres amados que se nos han adelantado. La vida es un ciclo que avanza de manera invariable, y que así como un día inicia para regocijo de muchos, un día habrá de terminar, para dolor de tantos otros. No es ni bueno ni malo, eso sí, doloroso, pero los tiempos se cumplen, y nuestra voluntad no conseguirá salvarnos de vivir ese momento final.

Hoy es una buena oportunidad para volver la vista al cielo y dar gracias por todas aquellas bendiciones que nos acompañaron día con día. Tantos elementos que tocaron nuestros sentidos para ofrecernos una vida maravillosa a través de la luz, de la música, de una caricia, y que tan pocas veces percibimos en un plano consciente.

Sentirnos afortunados de tener una familia que nos ama, claro, cada miembro con sus particulares diferencias, lo que genera pequeños o grandes conflictos –al fin humanos todos--, pero finalmente ellos son esos seres que estarán con nosotros en cualquier circunstancia, hasta la más difícil.

Nuestros amigos, los más cercanos, aquellos que son a nuestro corazón como hermanos por elección, nos dan una idea de cómo será el cielo prometido. Si hemos logrado conservar nuestros amigos durante el año que termina, y quizás añadir alguno a esta preciosa lista, tenemos hoy mucho por qué sentirnos agradecidos.

La posibilidad de mantener nuestra mente ocupada, aprendiendo nuevas cosas, es un privilegio que no a todos les es dado experimentar. Todo oficio, cualquier aprendizaje que nos haya permitido conocer más a fondo nuestras potencialidades internas, y ponerlas en práctica, habrá sido una espléndida razón para sentirnos felices por el año que termina.

Momento de ser honestos con nosotros mismos y reconocer aquello en lo que hemos fallado. Los planes que no se cumplieron por causa nuestra, porque nos faltó voluntad o nos sobraron desaciertos; aquellos proyectos que a poco de iniciado el año y ya habíamos abandonado… Tiempo de vernos al espejo y retomar los propósitos al filo del nuevo año.

Ejercer a fondo la responsabilidad por la propia vida, evitando caer en el error de atribuir a elementos más allá de nuestra persona los errores que hayamos cometido. Por la vía del señalamiento no se llega a ningún cambio transformador.

¿Por qué no…? Que este nuevo año sea el tiempo de la alegría, de proponernos encontrar en el camino más motivos gozosos y menos razones para la tristeza. Desechar las rencillas y los rencores, y aprender más a ser como niños, que viven el momento presente a plenitud.

Sabemos que vendrán tiempos difíciles; hay situaciones externas sobre las que tenemos escaso control, así que enfrentarlos con la mejor actitud nos da puntos de ventaja en la solución de los problemas que de estas situaciones pudieran derivar.

Evitemos rodearnos de personas siempre negativas que nos roban la energía y el entusiasmo. Son los del eterno “sí, pero” con vocación de mártires, quienes habrán de hallar el lado negativo a cualquier situación para sentirse desgraciados y sufrir.

Habrá que buscar en cambio esos amigos con capacidad para descubrir lo bello y lo bueno del panorama por el que todos transitamos cada día. Personas con la inteligencia suficiente para conocerse y conocernos, y la valentía para señalarnos nuestros errores, aun a riesgo de perder la amistad por hacerlo.

Comencemos hoy un mejor año, un tiempo para plantearnos retos de crecimiento que nos permitan explotar nuestras capacidades al máximo. Decidamos convertirlo en un período que de forma especial se vuelva representativo en nuestra biografía personal.

Los grandes retos requieren hombres y mujeres dispuestos a lograr esos cambios que el mundo requiere. Para este 2015 seamos de esos emprendedores que no viven en vano, y que van dejando huella de su paso de manera constante, modelando entre sus manos esa prodigiosa materia prima llamada tiempo.



¡Feliz Año Nuevo!

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