domingo, 22 de febrero de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CORDEROS Y LOBOS

México continúa exhibiéndose de maneras muy poco dignas; ahora fue ante diputados europeos quienes durante su visita a nuestro país hicieron señalamientos acertados con relación a los grandes problemas nuestros, justo en este momento. Algunos de los invitados a esta reunión internacional, en particular dos diputados alemanes hicieron notar lo lenta e ineficiente que ha resultado la investigación de los desaparecidos en Iguala, a lo que uno de nuestros legisladores se apresuró a responder, como tratando de minimizar el problema.

Infinidad de asuntos de diverso orden que siguen pendientes, algunos desde hace muchos años: Acteal, Aguas Blancas, Villas de Salválcar, Pasta de Conchos, por mencionar algunos. Entretanto funcionando a todo lo que da esa estrategia de hacer ruido para anunciar la creación de fiscalías, y consejos, y comisiones que finalmente no van a generar nada de provecho para México, y únicamente sangrarán más al erario.

Cuando tratamos de encontrar el cabo donde se inició el ovillo de la corrupción, a cada intento nos enredamos más y más sin llegar a nada. Las leyes han sido diseñadas para que tengan vacíos legales mediante los cuales las cosas tranquilamente se modifican para favorecer la opacidad, la nula rendición de cuentas, y finalmente la impunidad.

Aparecen cuentahabientes multimillonarios mexicanos en el extranjero, y vergonzosamente son los propios países que albergan dichas cuentas los que notifican a México acerca de la irregularidad, y son los que parecen más preocupados por sacar a la luz los ilícitos relacionados con esos dineros.

Pero nuestros funcionarios actúan esperando imponer la desgastada palabra sobre la contundencia de los hechos para hacernos creer que se trata de una simple mala interpretación de asuntos correspondientes a sus familiares, no a ellos, pero que ellos se encuentran paupérrimos, casi en olor de santidad como Teresa de Calcuta.

Viene a mi memoria un cuento de B. Traven en su célebre obra “Canasta de cuentos mexicanos”. La de aquel indígena que vendía canastas tejidas, al que descubre un norteamericano mismo que le propone hacer crecer su producción, a lo que el indígena inicialmente le contesta que no está interesado, porque él quiere seguir viviendo como hasta ese momento. Asimismo lo relaciono con un recuerdo de la infancia, mis papás me habían organizado una piñata por mi quinto cumpleaños, y mi señor padre se fue a la Plaza de Armas de Torreón a hablar con el globero al que le propuso comprarle la existencia total de globos, a lo que el señor se negó rotundamente bajo el argumento de: “¿Y luego qué voy a vender toda la tarde…?

Estas posturas ingenuas, de cordero, para nuestra fortuna han ido desapareciendo, y el mexicano promedio está más despierto, aunque todavía tenemos analfabetas reales, analfabetas funcionales, y mentes embotadas gracias al bombardeo de programas televisivos de nula estimulación mental, que poco o nada favorecen al desarrollo del pensamiento analítico. Pero de esto a dar por hecho que todos los mexicanos somos corderos que pueden arriarse hacia donde convenga a los intereses de quienes tienen el control del país, hay un gran trecho.

También como parte de este mecanismo de producción de corderos, se producen lobos cada vez más voraces, que actúan con total cinismo, y lo que es peor, con un hambre insaciable de poder y dinero, de modo que se apropian de un puesto como si fuera la gallina de los huevos de oro. Para ejemplos hay muchos, por desgracia, pero de los señalados a últimas fechas ahí tenemos a José Murat, y a Ángel Heladio Aguirre y toda su camarilla, entre parientes y amigos. Y otro más, la ineficiente y costosa brigada contra el hambre de Rosario Robles.

Pocos países recuerdo a lo largo de los últimos cincuenta años, tan productivos en escándalos de todos los tamaños, a todos los niveles, y que siguen apareciendo de manera continua, como el nuestro. De lo más vergonzoso, además de indignante para todos los mexicanos, pues se trata precisamente de nuestros impuestos.

No se vislumbra una solución mágica que enderece la nave en un momento. Habrá que trabajar en conjunto para crear un frente cívico común que se organice para identificar, y estudiar los problemas, y revisar, uno por uno, los interminables hilos de la madeja institucional, para luego limpiarla y recomponerla. Abandonar la actitud cómoda de suponer que resolver los asuntos nacionales es responsabilidad de otros y no mía, y ahora sí, empezar a tener presencia como sociedad civil.

Evitemos quedarnos como corderos, atemorizados en algún rincón, a merced de la manada de lobos. En la medida en que nos informemos, debatamos y compartamos con otros ciudadanos, las cosas empezarán a cambiar para México.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario