domingo, 21 de junio de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

VACÍO DE AUTORIDAD
Ahora fue en el estado de Tamaulipas, un grupo de niños de segundo de primaria intentaron someter y vejar a una compañera de 7 años en el salón de clases, jugaban “a la violación”.  Para las buenas conciencias es un caso aislado, un juego inocente que no amerita tanto escándalo por parte de la madre de la menor, y claro,  además está lo que dijo su maestra, que ella se lo buscó por bonita y por coqueta…
Hemos generado una sociedad que todo tolera y todo justifica, pasamos de la moral profunda que privaba antes de los años sesentas del siglo pasado, a la absoluta laxitud de  decir que “todo está bien y no hay para qué hacer tanto argüende”.   Los videoclips de balada romántica muestran al cantante con huaripa sobándole por aquí y por allá a la modelo en cueros.  Las novelas van de la cruenta matazón a desnudos en la cama en un par de segundos, y el mensaje llega: “Si esos personajes bonitos y bien vestidos lo hacen, entonces está bien.”   Las tramas se filman en  majestuosos cascos de hacienda o en hoteles gran turismo; los protagonistas abren el ojo por la mañana luciendo perfectamente maquillados; la ropa es siempre de marca, lo mismo que los vehículos y cualquier otra monada que se les ocurra incluir a los productores de esas transmisiones millonarias, y el mensaje llega: ¿Cómo va a estar mal lo que  veladamente nos propone cada trama televisiva  que amalgama a Corín Tellado y  a  E.L. James?
Algo similar sucede con las redes sociales, algo que los mayores no vemos, por ignorancia o por pereza.  Le damos al niño de dos años la tableta o el celular con conexión a Internet, y nos olvidamos del asunto.  Hace unos días me  planteaban el caso de una chiquilla de diez años a la que dejan toda la tarde sola en su casa con todos los “gadgets” a su disposición. ¿Sabrá esa niña qué puede abrir y qué no? ¿Podrá resistir la curiosidad de chatear con otras personas sin supervisión alguna? ¿Qué acaso no le entrará el gusanito de visitar sitios para adultos?... En estas condiciones, sola, provista de todos los medios durante todo el tiempo que ella quiera, y sin una guía de sus mayores: ¿Podrá   utilizar esa absoluta libertad de la mejor manera?
En las familias tradicionales la del padre ha sido la figura de autoridad; a diferencia del amor incondicional de la madre, él representa el amor condicionado, esto es, el que está sujeto en su expresión al hecho de acatar un código de conducta familiar.   Mientras que la madre se dobla fácilmente ante las demandas del hijo, el padre establece lineamientos y ve que se cumplan.  Y así como hay una autoridad dentro del hogar, hay una autoridad en cada institución de la sociedad… algo que en los últimos tiempos hemos visto, con tristeza, muy mermado.  Tenemos jefes enérgicos en la palabra pero que al primer rigor se doblan y ceden, para casos hay muchos, el más ilustrativo y vigente el de los maestros de la CNTE que se niegan a ser evaluados, se niegan a dar clases, y exigen que se les pague su quincena, frente a un secretario de educación (con minúsculas) que cambia de parecer como cambiar de calcetines…
Esos vacíos de autoridad no abonan en nada a la estabilidad del país, y dan pie a las transgresiones de todo orden, como sucedería en el hogar si el papá es muy gritón, pero a la primera de cambios es fácilmente  sometido por el resto de la familia.
Todos nosotros (y de eso difícilmente habrá quien pueda escaparse), todos hemos propiciado el estado de cosas que estamos padeciendo.  Las madres cargadas de culpa a las que nos tiembla la voz para imponer la necesaria autoridad; los padres lejanos que no se dan el tiempo para convivir con los hijos, para conocerlos y estar en condiciones de   hacer respetar su autoridad.  La iniciativa privada que tiene los ojos puestos en hacer dinero sin  tomar en consideración ningún otro objetivo.  Los medios de difusión que le dan vuelo a lo que vende, a lo que les da popularidad, independientemente de su contenido en valores. Las autoridades de todos los órdenes por no cumplir con sus funciones en tiempo y forma; por legislar acomodaticiamente; por hacer que esas leyes se cumplan atendiendo a intereses particulares, y sobre todo por utilizar la palabra para sacudirse  responsabilidades, para no asumir el deber que a cada cual corresponde…. La maestra que afirma que la criatura de siete años sedujo a sus violadores, demuestra que, o no sabe nada de delitos sexuales, algo que debería conocer antes de abrir la boca, o  quiere zafarse de responsabilidades marcando  a la niña con un estigma para toda la vida.

Vacío de autoridad: Día del Padre, buen momento para comenzar a remediarlo.

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