domingo, 12 de julio de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

TODOS SOMOS TESEO
Esta semana leí un interesante texto de Linaloe R. Flores que describe los resultados que obtendrían los expertos en Psicología del Poder si colocaran en el diván al poder mexicano y lo analizaran.  Me agradó la capacidad imaginativa de su autora, y al finalizarlo puedo decir que experimenté una sensación de tranquilidad, al menos de mí conmigo, de entender que las cosas están como están porque subyace una patología estructural muy compleja, tanto debajo de la insensibilidad y el cinismo de los políticos, como debajo de la aparente incapacidad nuestra como sociedad para modificar las cosas.
El uso de las redes sociales se ha vuelto motor de importantes cambios en  diversos aspectos de la vida, pero en cuestión de política mexicana nos quedamos en la quejumbre y en los recordatorios de progenitora, sin lograr avanzar más allá.  Apenas comenzábamos a olvidar el suntuoso viaje de EPN con 200 invitados a Londres del pasado mes de marzo, cuando surge un nuevo viajecito presidencial a Europa, esta vez haciéndose acompañar “solamente” de 143 invitados.  Leer a Linaloe es entender que quienes programan y quienes realizan estos viajes están totalmente ajenos a la problemática real que  padecemos “los de a pie”;  les tiene muy sin cuidado lo que suceda en el país, por ejemplo  que haya tantas carencias en educación, y que gran parte de los recursos que se inyectan al sector educativo se estén fugando en jugosos sueldos y salarios de paristas que en nada apuestan a la educación de nuestros niños.  Para los funcionarios en turno se trata entonces de sacar el máximo provecho de la posición de privilegio que ocupan en este momento, pues no pueden saber cuánto tiempo durará.
Bien dice Linaloe que los elevados salarios de funcionarios como los altos mandos de la burocracia y  quienes ocupan una curul marcan una distancia con relación a los problemas del pueblo.  Ese mundo VIP –digo yo—los aleja de cualquier sensación desagradable para colocarlos en ese sector distinguido de primerísimo mundo en el cual –también digo yo—se les paga como se les paga para que actúen como se espera que lo hagan.  Aquello de la representación popular con su hediondez de sudor, el calor insoportable,  el polvo y el rosario inacabable de peticiones son cosas del pasado, o el precio del boleto  que hay que pagar por estar en la zona de privilegio donde hoy se ubican.
Cuando tratamos de abarcar con una sola palabra los males de nuestro México hay quienes apuntan hacia la corrupción, hay quienes  señalan hacia la impunidad, y estamos quienes atribuimos esta descomposición política a un vacío existencial de sus protagonistas, mismo que se busca llenar con dinero y poder, algo en lo que, en gran medida, coincidimos Linaloe y yo.
La situación como la estamos viviendo  nos da en cara, genera enojo e irritabilidad,  y dada su persistencia en el ambiente nos tienta a cuestionarnos si vale la pena tanto empeño por mantenernos dentro de la ley, y si no será mejor “nadar de muertito” y comenzar a hacer las cosas por la vía del menor esfuerzo. Por supuesto que  con ello contribuiríamos a  incrementar la  descomposición social en el país.
Ese vacío existencial que se presenta de manera muy notable entre la clase política también nos afecta al resto de los ciudadanos.  Nos hallamos inmersos en una sociedad  que mide a sus integrantes por elementos como el aspecto físico, el poder  y las cuentas bancarias, de manera que como te ven te tratan,  vales por lo que tienes y te respetan de acuerdo a tu capacidad para hacer el mal a otros. La consecución de estos indicadores sociales genera problemas y vacíos existenciales, y estos vacíos existenciales, vale la pena señalarlo, son como bocas del averno, siempre  insaciables, que cada vez demandarán más y más, hasta convertir a su poseedor en un esclavo que trabajará incansablemente tratando de satisfacerlas.
Leer la forma como se entrelazan, en el texto de Linaole los dislates de EPN con las cínicas palabras de Lorenzo Córdova, y como se emparentan unos y otras con la actitud de Salinas de Gortari al final de su mandato, y luego entender que uno a uno son síntomas de una misma enfermedad emocional, me lleva a sentir que, como el Minotauro en su laberinto, nuestros políticos sufren un encierro del que no pueden librarse, por más que se lo propongan.  Ahora bien, el Teseo que termina con este monstruo feroz es la voluntad ciudadana, el empeño por conocer nuestras leyes, por ver que se apliquen comenzando primero por  nosotros mismos y luego por nuestro entorno inmediato, está en cambiar la quejumbre por la acción, y la coprolalia hueca por el propósito y la convocatoria.  

¿Cómo ven, le entramos?...

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