Un gusto que nos visite por primera vez una gran mujer, excelente periodista y escritora, y especial amiga, la Lic. Blanca Esthela Treviño de Jáuregui, como ella acostumbra, con un gran mensaje humano.
Tiene 5 años Josiah Duncan, vive en Alabama, y hace
unos días tuvo un gesto solidario con un indigente que ha conmovido a miles en
las redes sociales. No le bastó con darle comida en un restaurante, sino que
hizo rezar a los presentes para agradecer a Dios por todas sus bendiciones.
El niño estaba en un restaurante con su madre y vio a
un hombre que lucía hambriento. Su madre le explicó que era un indigente, algo
que Josiah no entendió. “Bueno, significa que no tiene casa”, le explico su
madre, AvaFaulk.
Según informa CNN, el incidente ocurrió en un
restaurante de la cadena WaffleHouse en Prattville, Alabama. Josiah estaba muy
preocupado por el hombre hambriento, así que le pidió a su madre que le
comprara algo de cenar. “Entró el hombre y se sentó; nadie lo atendió en
realidad”, contóAvaFaulk a WSFA. “Josiah saltó y le preguntó si necesitaba un
menú, porque no puedes pedir comida sin uno.”Aunque al principio el indigente
pidió una hamburguesa barata, el niño le dijo que pidiera lo que quisiera.
“¿Puedo pedir tocino?”, preguntó. “Puedes pedir todo el tocino que quieras.”
En ese momento Josiah hizo llorar a todo el
restaurante cuando dijo: “quiero bendecir la mesa con él”. El niño cantó esta oración:
“Dios, Padre nuestro, Padre nuestro, te agradecemos, te agradecemos, te
agradecemos nuestras muchas bendiciones, nuestras muchas bendiciones, amén,
amén”.
“El hombre
lloró, yo lloré, todos lloraron”, cuenta la madre. El hombre se marchó poco
después y AvaFaulk dice que lo que ocurrió ese día lo recordará siempre: “ver
que mi hijo conmovió a las once personas que estábamos en el WaffleHouse esa
noche será siempre uno de los mayores logros que podré atestiguar como madre”.
El niño vivenció en sus entrañas el concepto de la
verdadera solidaridad. Un sentimiento difícil de experimentar.En la solidaridad
de grupo en momentos de crisis los miembros permanecen unidos y se ayudan
mutuamente. La familia, los lazos de sangre, son tomados realmente en serio. El
daño o vergüenza que se cause a un miembro repercute en todos. La solidaridad
puede extenderse a los amigos, los colegas, los correligionarios.
Solidaridad
no es una palabra bíblica, pero expresa mejor que cualquier término uno de los
conceptos fundamentales de la Biblia: la noción de comunidad. El ideal
cristiano de amarse los unos a los otros implica una solidaridad amorosa con
toda la humanidad, que no excluya a nadie en absoluto.
El
fundamento de la solidaridad es la compasión: “Compasión” viene del griego
“esplagjnon”, que significa vientre, intestinos, entrañas, corazón, es decir,
las partes internas de donde surgen las emociones. “Sentir con”, “Movido por la
piedad”, “Sintió pena”, “Su corazón se derramó hacia ellos”; expresiones
viscerales que no logran captar el significado de la expresión griega: la
emoción que surge de las entrañas a la vista de un ser humano en desgracia.
Implicaría conmover y liberar en nosotros esas profundas emociones que la
‘civilización moderna’ nos ha enseñado a reprimir.
El querer a quienes te quieren o te aceptan no es
ninguna virtud. Eso ocurre inclusive entre ladrones. Complicado es experimentar
solidaridad con los extraños, los que necesitan de ti y de mí, los que son
distintos a nosotros. Los elementos que más contribuyen a la solidaridad y
felicidad siguen siendo los que llevan siglos en boca de los sabios: gratitud,
perdón y compasión. Lo que en realidad nos falta es compasión, no raciocinio. La
emoción que surge de las entrañas a la vista de un ser humano en desgracia
implicaría conmover y liberar en nosotros esas profundas emociones que estremecen,
que exigen de nosotros una respuesta.
Únicamente la compasión puede enseñar al hombre en qué
consiste la solidaridad con el prójimo. Esa que el pueblo hebreo conoció, los
pueblos indígenas aún practican y los ‘evangelizados’ con frecuencia olvidamos.
betrevino@prodigy.net.mx
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