domingo, 24 de abril de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


SILENCIOS MORTALES

Hallé dolorosa y aleccionadora una carta que circula en Internet, escrita por la tía de Alexis, una niña de 17 años quien fue muerta de manera violenta por su novio de 23. Quien escribe, como familiar muy cercana se cuestiona, se recrimina por no haber estado más pendiente de su hermosa sobrina, y finalmente lanza una advertencia a los padres de los jóvenes para no desestimar cualquier gesto o actitud que pudiera indicar un problema de fondo.

Como madre de dos lo expresé a mis hijos cuando entraron en la adolescencia hace “un buen” como ellos mismos dirían, y lo sigo percibiendo más de diez años después: Ser joven en los tiempos actuales es toda una encomienda, saber mantenerse en el justo equilibrio cuando hay para ellos, por un lado tanta libertad, y por el otro infinidad de modelos que distan mucho de ser los ideales. En gran medida nosotros, como padres que venimos arrastrando una carga de culpa, los hemos criado con un marco referencial bastante difuso, lo que no les permite determinar cuáles sí y cuáles no son conductas adecuadas para la interacción social. Por otra parte, con relación al ambiente en el que se desenvuelven, baste sintonizar algún audio o video por Internet, o encender la televisión a la hora de las telenovelas, para toparnos con contenidos que presentan como “normales” un conjunto de conductas que frisan con lo patológico.

Los padres, de manera errónea hemos delegado en los propios hijos la responsabilidad de decidir cuáles son los términos en que deben llevar su propia existencia. Por una parte porque estamos pasmados por la cantidad de información que ellos manejan, y por la otra porque sentimos que no tenemos derecho a imponernos, y simplemente nos hacemos a un lado en la toma de decisiones respecto a su vida. Luego sucede que estos chicos con acceso absoluto a contenidos y de la mano de la inexperiencia, se extravían en el camino. Y la niña de 15 tiene novio, y va y viene con él a todas partes y a cualquier hora “porque es lo normal”, ella lo dice y nosotros lo damos por cierto. Está en sus manos decidir qué o hasta dónde, lo cual hace basada en ciertos conocimientos reales, otro tanto de intuición y una pizca basada en la experiencia de sus amigas. Difícilmente hay una comunicación abierta y franca con sus mayores, primero para expresar cómo se siente, y luego para recibir orientación. Los padres muchas veces asumimos por propia voluntad el papel de viejos anacrónicos que nada saben, y nos hacemos a un lado como si así debieran ser las cosas.

La misma tía de Alexis se teme que este ataque violento que finalmente acabó con su vida, pudo no haber sido el primero; expresa que ella algo notaba, pero quizás no le dio importancia, no pensó que viniera al caso ahondar en aquello, y aunque los “hubiera” no existen, en su proceso de duelo ella se reprocha no haber actuado de manera distinta ante esas señales incipientes de anomalía.

Como dice el dicho, “para bailar tango se necesitan dos”. En ningún conflicto social la causa se carga para un solo lado, siempre habrá un juego de interacciones que, como en este caso, pueden subir de tono hasta culminar en una lamentable tragedia. Si el joven no tiene un marco referencial que le indique en qué consiste expresar la varonía, él puede dejarse llevar por sus impulsos en búsqueda de establecer el dominio, como posiblemente haya pasado en este caso provocado porque la chica lo había cortado dos semanas antes. Por otra parte, si la chica considera que el amor es la fórmula mágica para cambiar al amado, está viviendo en un mundo irreal. Pudo ser que ella algo había detectado en su novio, incluso en ocasiones ese perfil sicopático es parte del atractivo que gancha a las chicas. El joven impulsivo y a ratos violento es un reto a conquistar, en tanto que el chico tranquilo y sensato resulta hasta aburrido. Y puede suceder que ella decida volcar todo su tiempo y su afecto en él, convencida de que el amor va a cambiar a su pareja, y que el alcoholismo, la drogadicción o cualquier conducta violenta que él manifieste van a desaparecer gracias a ella.

Cuando nuestros jóvenes no tienen muchos modelos a los cuales asirse, y van más bien solos por el mundo, confiados en que su criterio es el bueno, es más probable que ocurran situaciones que luego habrán de lamentarse. Ni la más brillante inteligencia ni la mejor educación escolar pueden sustituir la experiencia de sus mayores para advertirles y orientarlos.

Descanse en paz Alexis. “Ojalá que esto que nos pasó nos sirva de algo […] como familia, como mujeres, como sociedad.” Palabras de su entristecida tía a las que más nos vale a todos prestar oídos.

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