domingo, 15 de enero de 2017

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

El amor, ese combustible que debiera ser el que alimentara el motor que mueve a la humanidad, pareciera escasear, pareciera ser recurso no renovable, o renovarse a un ritmo menor del que se requiere para contrarrestar la emergencia de otros que toman su lugar.

El alma entonces cambia su rumbo, continúa moviéndose de manera errática, pareciera que su energía se torna ambiciosa, violenta, individualista, sin humildad, y generadora de toxinas que los seres humanos van emitiendo y contaminando con ello el aire, haciendo irrespirable la atmósfera.

No todo es economía, ni consumismo, ni poder, ni dinero, pero todo ello nos ha sumergido en este mar de altas olas que nos mantienen remando sin descanso, que nos hacen imposible poder apreciar el recorrido y convierten la vida en competencia por sobrevivir y vuelven la materia en esencial y condenan al hombre a dejar sucumbir su vida espiritual.

Seres sin alma no pueden llamarse humanos y menos si ni siquiera somos capaces de ladrar y tener la fidelidad de un perro.

Generadores de amor, en la búsqueda de renovar los valores que den a nuestra especie la calidad de seres superiores que sepan velar por ellos mismos, por el prójimo, por su entorno, por la justicia, la paz.

El amor combustible indispensable y el mejor aditivo, la fe.

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