domingo, 3 de diciembre de 2017

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



La autenticidad, esa valiosa cualidad que imprime un sello especial a las personas.

Autenticidad en las acciones, en el lenguaje, en los sentimientos. 

Decir querer y realmente estar queriendo, decir lo siento y que sea palpable el sentimiento a través de la mirada, de la palabra, del tacto. 

No se es la misma persona con todo mundo y en todo lugar, uno maneja distintas facetas, sin que esto implique  no ser genuino. 

Simplemente es reconocer los límites que dan las circunstancias, las necesidades y gustos de las personas con las que se trata, el papel que está uno desempeñando en uno u otro sitio. 

Tenemos la versatilidad suficiente para poder manejar distintas situaciones con distintos matices, personalidad que como abanico ofrece diferentes versiones de nosotros mismo, sin perder la esencia, sin hipocresías, ofreciendo nuestra autenticidad a los demás, conservando siempre claros los límites de una intimidad, que solo se concede a quien nuestro sentido común nos orienta, por considerar sea capaz de darle su justo valor y mantenerlo a salvo. 

No desnudar el alma ante cualquiera, no implica falta de veracidad, es autoprotección que es sinónimo de inteligencia emocional. 

Exponer el alma tal cual, sin ambages es riesgo que solo vale la pena correr en contadas ocasiones a sabiendas de que por cautelosos que seamos, siempre podremos sufrir un desencanto. 

Finalmente nuestra autenticidad será evaluada a veces equivocadamente, pero nada mejor que nuestra propia conciencia, esa tarde o temprano nos reclamará y nos pasará factura, cuando en la evaluación de nuestra vida, tenga mayor peso, la falsedad.

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