domingo, 10 de diciembre de 2017

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


¿Vamos agregando años a la vida, o vida a los años? Ambas cosas son ciertas. Pero la primera sin la segunda no tienen sentido, vano sería vivir la vida solo dejando pasar el tiempo sobre nosotros y envejecer sin habernos dado la oportunidad de reconocer en ella la maravilla que significa nuestra existencia en este mundo.

Encontrar en los detalles más pequeños la presencia de un ser supremo que nos ha construido el mejor de los escenarios para desarrollar el papel que cada quien tenga a bien interpretar. Darnos además, como si fuera poco, más de una ocasión para hacerlo.

Las oportunidades que valen la pena a veces llegan más de una vez a nuestras vidas, como dispensando la ceguera que pudimos tener al no haberlas aprovechado en su momento. La vida es noble, sin ser un camino recto y llano que nos lleve directamente a un destino, con tramos sinuosos, con laberintos a veces, pero siempre proporcionándonos la ocasión de que a través de estrategias, de actitud seamos capaces de retomar el rumbo.
La vida es justa, pero a veces nos ajusta tanto que parece apretarnos el alma, y sin embargo no ahorca, no, cuando sabemos enseñorear el espíritu y crecernos al castigo. No ahorca, si entendemos que la felicidad está tan a la mano, como nuestra capacidad de ver más allá de lo que nuestros ojos miran. No lo hace, cuando la podemos ver a través de ese maravilloso lente de aumento que amplía los más pequeños detalles esenciales en la vida, aquellos que finalmente nos hacen más que mortales, humanos en toda la amplitud de la palabra. Una vida  que nos atrapa y nos guía dándonos la mayor certeza de que vamos por el camino correcto, si logramos mirar la vida a través de ese mágico cristal que es el amor.

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