domingo, 7 de enero de 2018

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

EL CLAMOR DE PAOLA
Paola Espinosa es una medallista olímpica, a la vez que una adulta sensible y proactiva.  Con sus propios recursos creó hace 4 años la fundación que lleva su nombre, y  que trabaja a favor de la población infantil mediante programas de actividad física, orientación nutricional y práctica del deporte.  Busca coordinarse con asociaciones civiles afines para generar de este modo un ambiente más adecuado para la población infantil de nuestro país.
     Hace unos días Paola acaba de sufrir un robo en las instalaciones de su fundación en la Delegación Benito Juárez de la ciudad de México; los malhechores se  llevaron  equipos de cómputo y material de oficina.  Ella se muestra consternada y con sobrada razón, manifestando sentir impotencia ante una situación como esta.  Y claro, no es para menos, sobre todo porque sabemos que  estos bienes terminan siendo vendidos por cantidades ridículas en el comercio ilegal, desestimando por completo el valor inmaterial que poseen, y que ha costado tiempo, esfuerzo y dedicación a Paola y a todo su equipo de trabajo.
     A últimas fechas vengo recordando con mucha frecuencia las palabras de José Alfredo Jiménez  en su canción “Caminos de Guanajuato” que a la letra dice “la vida no vale nada”.  De alguna manera el guanajuatense profetizó con más de 60 años de anticipación que llegaríamos a este punto los mexicanos, en el que los delincuentes en Edomex dan un tiro mortal a una mujer a la que asaltaban, porque se tardó en hallar el celular que pretendían robarle, o en el que sustraen una valiosa información de una fundación sin fines de lucro, para ir a malbaratarla en cualquier mercado callejero.
     El clamor de Paola es el de los mexicanos que perciben los problemas del país, y lejos de quedarse en la quejumbre ociosa se proponen utilizar sus propios recursos para resolverlos.  Son los emprendedores que no se estancan eternamente en estar señalando al sistema de gobierno lo que no ha cumplido sino que se proponen actuar para coadyuvar con el logro de las grandes metas patrióticas.
     Ella es la deportista que cree en su país y que actúa a partir del agradecimiento.  Busca otorgar a las nuevas generaciones las oportunidades que algún día ella recibió, buscando que les permitan a cada uno de estos niños y jóvenes el logro de sus propias metas personales.  No se paraliza mirando todo lo que otros deberían haber hecho pero no han cumplido, sino que parte de un punto cero para trazarse las metas que ella con sus propios recursos pretende alcanzar para beneficio de muchos mexicanos.
     Paola se enfrenta en su lucha contra paradigmas culturales de gran penetración en nuestra sociedad.  En los últimos 30 años los medios de comunicación nos han vendido ideas que nos han perjudicado en muchos aspectos, uno de ellos ha sido el  consumo excesivo de bebidas azucaradas asociado a diversas enfermedades como obesidad y diabetes mellitus entre niños y adultos.  No es fácil enfrentar a estos poderosos monstruos trasnacionales, que acaparan los medios de comunicación, y en no pocas ocasiones se hacen escuchar a través de figuras públicas del más alto nivel,  para vender  mercancías y con ellas estilos de vida poco sanos.
     El clamor de Paola es totalmente válido.  Esperemos que las autoridades de la ciudad de México actúen a la altura del mismo y se den a la tarea inaplazable de esclarecer el robo, e idealmente, regresar esos archivos informáticos a la fundación  Paola Espinosa, A.C., finalmente la única que podrá aprovecharlos.  Que no suceda como tantas otras veces, que teniendo en la ciudad de México un C5 de primerísimo mundo, los resultados no llevan a nada, y reina la impunidad.
     Vivir en nuestro país es moverse a la defensiva en todo momento, anticipar con cierta malicia cuál puede ser la jugada de aquel que va a cruzarse frente a mí más delante.  ¡Qué triste que hayamos llegado a esto, pero así es!  Por eso es que tanto  la seguridad pública como la privada se han vuelto negocios muy lucrativos, porque a todos los ciudadanos nos invade una sensación de vulnerabilidad hasta en la casa, y estamos más que dispuestos a invertir una parte de nuestros ingresos en comprar seguridad.  Y si no, analicemos la serie de rituales y previsiones que llevamos a cabo cada vez que salimos de casa, abordamos nuestro carro, entramos a un sitio público o efectuamos un pago.  Tal vez ya no lo alcanzamos tanto a percibir, puesto que se ha vuelto parte de nuestro imaginario colectivo, y si no estamos alertas, somos más susceptibles de sufrir un despojo en cualquier momento.
     El clamor de Paola es el de todos nosotros, a favor de un ambiente seguro para trabajar con entusiasmo por las causas de México.  No la dejemos sola en estos momentos.   Solidaridad es la cuota mínima que nos corresponde aportar.

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