EL CLAMOR DE PAOLA
Paola Espinosa es una medallista olímpica, a la vez que una
adulta sensible y proactiva. Con sus
propios recursos creó hace 4 años la fundación que lleva su nombre, y que trabaja a favor de la población infantil
mediante programas de actividad física, orientación nutricional y práctica del
deporte. Busca coordinarse con
asociaciones civiles afines para generar de este modo un ambiente más adecuado
para la población infantil de nuestro país.
Hace unos días Paola acaba de sufrir un robo en las
instalaciones de su fundación en la Delegación Benito Juárez de la ciudad de
México; los malhechores se llevaron equipos de cómputo y material de oficina. Ella se muestra consternada y con sobrada
razón, manifestando sentir impotencia ante una situación como esta. Y claro, no es para menos, sobre todo porque
sabemos que estos bienes terminan siendo
vendidos por cantidades ridículas en el comercio ilegal, desestimando por
completo el valor inmaterial que poseen, y que ha costado tiempo, esfuerzo y
dedicación a Paola y a todo su equipo de trabajo.
A últimas fechas vengo recordando con mucha frecuencia las
palabras de José Alfredo Jiménez en su
canción “Caminos de Guanajuato” que a la letra dice “la vida no vale
nada”. De alguna manera el guanajuatense
profetizó con más de 60 años de anticipación que llegaríamos a este punto los
mexicanos, en el que los delincuentes en Edomex dan un tiro mortal a una mujer
a la que asaltaban, porque se tardó en hallar el celular que pretendían
robarle, o en el que sustraen una valiosa información de una fundación sin
fines de lucro, para ir a malbaratarla en cualquier mercado callejero.
El clamor de Paola es el de los mexicanos que perciben los
problemas del país, y lejos de quedarse en la quejumbre ociosa se proponen
utilizar sus propios recursos para resolverlos.
Son los emprendedores que no se estancan eternamente en estar señalando
al sistema de gobierno lo que no ha cumplido sino que se proponen actuar para
coadyuvar con el logro de las grandes metas patrióticas.
Ella es la deportista que cree en su país y que actúa a
partir del agradecimiento. Busca otorgar
a las nuevas generaciones las oportunidades que algún día ella recibió,
buscando que les permitan a cada uno de estos niños y jóvenes el logro de sus
propias metas personales. No se paraliza
mirando todo lo que otros deberían haber hecho pero no han cumplido, sino que
parte de un punto cero para trazarse las metas que ella con sus propios recursos
pretende alcanzar para beneficio de muchos mexicanos.
Paola se enfrenta en su lucha contra paradigmas culturales
de gran penetración en nuestra sociedad.
En los últimos 30 años los medios de comunicación nos han vendido ideas
que nos han perjudicado en muchos aspectos, uno de ellos ha sido el consumo excesivo de bebidas azucaradas
asociado a diversas enfermedades como obesidad y diabetes mellitus entre niños
y adultos. No es fácil enfrentar a estos
poderosos monstruos trasnacionales, que acaparan los medios de comunicación, y
en no pocas ocasiones se hacen escuchar a través de figuras públicas del más
alto nivel, para vender mercancías y con ellas estilos de vida poco
sanos.
El clamor de Paola es totalmente válido. Esperemos que las autoridades de la ciudad de
México actúen a la altura del mismo y se den a la tarea inaplazable de
esclarecer el robo, e idealmente, regresar esos archivos informáticos a la
fundación Paola Espinosa, A.C.,
finalmente la única que podrá aprovecharlos.
Que no suceda como tantas otras veces, que teniendo en la ciudad de
México un C5 de primerísimo mundo, los resultados no llevan a nada, y reina la
impunidad.
Vivir en nuestro país es moverse a la defensiva en todo
momento, anticipar con cierta malicia cuál puede ser la jugada de aquel que va
a cruzarse frente a mí más delante. ¡Qué
triste que hayamos llegado a esto, pero así es!
Por eso es que tanto la seguridad
pública como la privada se han vuelto negocios muy lucrativos, porque a todos los
ciudadanos nos invade una sensación de vulnerabilidad hasta en la casa, y
estamos más que dispuestos a invertir una parte de nuestros ingresos en comprar
seguridad. Y si no, analicemos la serie
de rituales y previsiones que llevamos a cabo cada vez que salimos de casa, abordamos
nuestro carro, entramos a un sitio público o efectuamos un pago. Tal vez ya no lo alcanzamos tanto a percibir,
puesto que se ha vuelto parte de nuestro imaginario colectivo, y si no estamos
alertas, somos más susceptibles de sufrir un despojo en cualquier momento.
El clamor de Paola es el de todos nosotros, a favor de un
ambiente seguro para trabajar con entusiasmo por las causas de México. No la dejemos sola en estos momentos. Solidaridad es la cuota mínima que nos
corresponde aportar.
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