domingo, 3 de junio de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez




Son tantas las veces que escribimos o retransmitimos mensajes en los que se habla de amor, de tolerancia, de valores, que pareciera que todos estamos en armonía, hay un consenso sobre lo que debe regir nuestras vidas.
     Obvio que muchas veces tan solo repetimos estas frases o reflexiones como autómatas, suenan muy bien, pero a la hora de incorporarlas a nuestra vida, no son tan compatibles con nuestros intereses. Estamos en un mundo en el que se proclaman valores, pero se contrarrestan estos con la oferta de contravalores, que ofrecen satisfacer mucho más nuestras necesidades. Estas necesidades son generadas por distinta gente, alguna sin escrúpulos. Estos son los menos, pero que han adquirido el poder sobre la mayor parte de las riquezas de este mundo y de nuestra conciencia y voluntad.
     Así, sin apenas darnos cuenta, vivimos en la incongruencia total de nuestro decir y nuestro hacer, Quisiéramos ser como lo dicta nuestra religión, la moral, los buenos principios, pero al mismo tiempo, nos es difícil. No logramos tolerar a aquellos insensatos que se atreven a creer en otro Dios, que no comparten nuestra ideología, incluso que no tienen nuestro color de piel, aún siendo de la misma nacionalidad, los marginamos, los despreciamos, en estos y en muchos rubros como las clases sociales, somos discriminadores.
     Elitismo, siempre buscando ser de una élite, en donde no caben todos, solo los mejores, seres humanos con un estatus superior, en el que los demás no caben. Todos somos iguales ante los ojos de Dios, pero no sabemos mirar sino a través de los nuestros, y en ellos, resaltan las diferencias.
     Juntos, pero no revueltos, con una criba que solo permita pasar a aquellos que sintamos dignos de pertenecer a nuestro exclusivo grupo. Habrá que resignarse a que en este mundo, la desigualdad es la que impera, a que el valor de la gente la da más que su proceder, su poseer, a que nuestra vista solo alcanza a ver materia, y que los ojos del alma tardan mucho en enfocarse hacia lo que realmente tiene valor en esta vida.
     La vida no es tan solo un propósito, sino acción para que sea una realidad. No dejemos en palabras lo que pretendemos es nuestra verdad. Y si del dicho al hecho hay mucho trecho, hagamos puentes que nos identifiquen como seres que pugnan por la autenticidad.

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