domingo, 11 de noviembre de 2018

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

Si quienes somos padres estuviéramos convencidos de que es el corazón del hombre lo que mueve al mundo, buena parte de nuestros afanes mudaría su residencia de la oficina al hogar, del banco a la mesa familiar, del sermon al cálido abrazo.  Comenzaríamos entonces a andar el camino que conduce al mayor descubrimiento que podemos tener en esta vida, el gozoso descubrimiento de nosotros mismos.

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