domingo, 22 de marzo de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Es una característica del ser humano, propagar el miedo, contagiarlo y terminar de hacer de él, el virus más peligroso que nos impide razonar, ser objetivos, analíticos, y tomar las decisiones más juiciosas.

Pareciera que las crisis son situaciones que nos apasionan. Que hacer eco de la tragedia e incluso amplificarla a través de comentarios y creación de noticias falsas. Y que eso de  imprimirle una connotación catastrófica a lo que ya de por si es una calamidad, nos hiciera partícipes de una telenovela, donde la trama nos lleva a la debacle.

Nos convertimos en repetidoras de noticias desalentadoras, suspicaces, mal intencionadas. Creamos rumores o los compartimos sin la menor precaución de comprobar si provienen de fuentes fidedignas. Nos convertimos en cómplices de una trama que resulta mucho peor que la causa.

Desearía que así se propagaran las noticias buenas, pero desde la antigüedad, siempre ha sido más fácil que nos convenzan los perversos, que los hombres o mujeres de buena fe. Se les persigue, se les condena, y son flagelados y hasta crucificados, por intentar hablar de justicia, de bondad. Se les califica de absurdos, mentirosos, y algunos llegan cuando mucho, después de una vida azarosa  hasta su propia muerte por defender sus ideales, a convertirse en seres emblemáticos, que dejan huella, pero que poco cambio provocaron y a los que se les juzgó y trató injustamente.

Cuando el bien tenga la virulencia suficiente para propagarse en la humanidad, y no exista inmunidad a ella. Cuando permitamos a nuestra esencia de nobleza, esa de que hacemos gala constantemente, pero que no termina de emerger. Que venga a hacernos una especie que viva en armonía, con justicia, y en la búsqueda de la igualdad, algo que parece incomodar a quienes se han apoderado de las riquezas del mundo, y convertido a las mayorías en sus esclavos y víctimas. Cuando esto suceda, es entonces que habremos evolucionado no solo en lo tecnológico, sino lo que es indispensable, en lo espiritual.

Estamos en crisis, si, pero de valores, de objetividad, de responsabilidad moral. Dejemos de maldecir, de desear que suceda lo peor, de propagar el miedo, de contagiar la desconfianza. Que no venga a imperar el miedo, a ese no hay que ponerle corona.

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