El aire susurró, gritó… no fue escuchado
El sórdido metal arrancó
a la tierra
--uno a
uno--
Sus preciosos hijos. El desgarrador lamento
De madre que nació en su vientre
Se perdió a lo lejos, entre la polvareda
Las aguas se enturbiaron. Sucumbieron todas sus criaturas
Los ojos del hombre no lloraron
--habían
olvidado cómo hacerlo--.
Se cubrió la fértil
campiña con cemento y hierro
Se ahogaron las especies.
Confiadas bebían las aves
De cunetas urbanas un
agua iridiscente que las fue matando
La violencia se adueñó de espacios, de mentes, de
intenciones.
Sobrevino el caos.
A la entrada de la primavera, entre estertores de muerte
Se hizo escuchar natura
En todas las regiones la zozobra llevó al humano a replegarse
Desde el silencio de las máquinas comenzó a fluir
La música del viento, la melodía del agua, los trinos
mañaneros.
En el encierro doloroso del hombre
Hoy asoma su rostro de niño la esperanza.
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