QUIERO CERRAR CON GRATITUD
Llega el cierre del año con su obligado momento de reflexión.
Tiempo para hacer un balance por lo que ha sido cada uno de los trescientos
sesenta y cinco días que me fueron prestados para desarrollar mi proyecto de
vida personal. A la vez, me encuentro pisando
el umbral de un nuevo año cargado de promesas. Es hora de plantearme qué voy a
hacer en un ciclo que comienza, del que no hay manera de saber si terminaré
dentro de doce meses o no. Así de
veleidosa es la existencia.
Por este período que se nos escapa rápidamente de las manos,
me propongo hacer un balance de lo que ha sido para mí: las oportunidades que
tuve, aquellas que por desgracia desaproveché o no alcancé a aquilatar. Rindo cuentas de lo entregado, lo conseguido
y lo desperdiciado.
En este cierre de año pongo énfasis muy particular en un valor
que debo de aprender a desarrollar cada día mejor: La gratitud.
Hoy doy gracias al Ser Supremo por la vida, por la
oportunidad de llegar a este fin de año en condiciones de celebrar.
Gracias por los ratos de salud y de igual modo gracias por
los quebrantos que invitan a recordar que la condición humana no es perenne,
como tampoco es una dádiva gratuita. Un
día nacemos y uno más hemos de morir. Me
propongo hacer del intermedio entre uno y otro de tales acontecimientos un
tiempo que valga la pena haber vivido.
Hoy agradezco a la naturaleza por sus dones: Tengo sol, agua
suficiente y de calidad. Cuento con alimento, un techo y una cama a donde
reposar. El panorama que me rodea provee
continuamente de infinidad de colores y texturas. A través del sentido del oído
puedo gozar la música, el trino de las aves, y muy en especial, la voz de mis
seres amados, esa que llega hasta el corazón de muy distintos puntos del orbe y
en ocasiones desde la memoria.
Hoy quiero dar gracias por el regalo de la amistad, un presente
que se me ha entregado así porque sí, tantas veces sin merecerlo. A través de
su existencia me animo a ser mejor cada día, en la compañía de quien se atreve
a decirme la verdad de frente, por el cariño que me profesa. Además de que
tengo la certeza de que a mis espaldas me cuida, aun sin que yo llegue a
enterarme.
Agradezco de igual manera a esas personas que no me
corresponden como yo supondría que lo harían.
No alcanzo a adivinar cuánto dolor cargan sus corazones, que no se los
permite. La vida los ha enviado como los
grandes maestros que me han de enseñar el camino del crecimiento interior.
Gracias por los ratos de bonanza donde pude recargar las
pilas. Y gracias por las dificultades,
pues es en estas últimas en donde vengo aprendiendo a desarrollar herramientas
para abrirme paso.
Por los ratos luminosos, muchas gracias. También por los más sombríos. Es precisamente en esas horas oscuras donde
el espíritu inicia el proceso de creación que le permitirá más delante
transformarse en luz. Es un parto duro y
difícil, porque así ha de ser el nacimiento de lo más valioso.
Hoy es el momento para agradecer lo que he sido durante el
año que termina; medir qué tanto he trabajado lo que la vida me dio. Tiempo de enumerar las respuestas, pero,
sobre todo, momento de plantearme nuevas preguntas que habré de ir respondiendo
una a una en el período de vida que reste a mi favor.
Gracias al cielo por la fe de creer lo que no alcanzo a entender
con los sentidos. Gracias por la
esperanza que me lleva a concebir nuevos propósitos de vida. Por haberme dado un corazón capaz de aprender
a amar y por haberme puesto en el camino de seguir trabajando por lograrlo,
muchas gracias.
Por la familia, por los amigos. Por el gozo de las pequeñas cosas. Por la
creatividad, mi mejor compañía, hoy quiero expresar mi agradecimiento más
profundo.
Gracias por las dificultades que me llevan a redoblar
esfuerzos. Por las caídas que me mantienen humana. Por los sueños que me impulsan a levantarme
una y otra vez.
Por el nuevo año, por las nuevas oportunidades, por el
futuro crecimiento interior. Por todo y por todos, muchas gracias al Ser
Supremo que me sustenta. Lo digo desde el fondo de mi corazón desde el umbral
de un nuevo año. Seguiré haciéndolo mientras haya sangre en mis venas, y un
espíritu dando razón y sentido a la casa temporal que hoy lo alberga.
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