domingo, 2 de febrero de 2025

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Afortunada me siento y me proclamo, por tanta dicha de la que siendo merecedora o no, he disfrutado. Sabedora soy de lo que es el amor y he cosechado en mi vida tantos afectos que no puedo sino agradecerlos e intentar ser recíproca en ellos, aunque sé que muchas veces no logro compensar siquiera en mínima parte, lo que tanta gente a través de mi vida ha dejado en mi corazón y mi memoria como suaves compases de música que menguan mis penas y sanan mis heridas.

Mi soledad a veces voluntaria, a veces no, no me causa pena. He sabido encontrarme conmigo misma y en mis soliloquios poner en claro mis pensamientos, decirme con suavidad que en mis imperfecciones se advierten destellos de alguien que ha luchado por ser ella misma, ser sincera, y hasta donde entiendo el concepto, de ser buena.

He sabido de las bondades de recibir cariño y atenciones sin solicitarlos, me cuesta aún no reprochar la falta de ellos, porque claro me queda que al hacerlo no será nada grato te los otorguen; ni sinceros, ni auténticos, ni espontáneos, finalmente el reproche será tan solo un desahogo que hiere más que la indiferencia de la que uno misma se victimiza.

Finalmente, habrás de descubrir que quien quiere estar siempre encuentra la forma de hacerlo, que el amor no es solo acariciar con las palabras y las manos, que es necesaria la presencia, y para hacerse presentes existen tantas formas, que tan solo un ¿cómo estás hoy? es suficiente.

Hay que dar valor a los afectos, a las acciones que éstos incentivan, a no dejar en frases ya trilladas el transmitir un sentimiento. "Dar sin esperar recibir", lo siento quizá debiera ser, pero mi naturaleza imperfectamente humana no me permite aceptar genuinamente que no espero nada a cambio de mi cariño. Para mi la reciprocidad en el sentimiento es lo que lo reafirma," No te doy para que me lo agradezcas, tan solo hazme saber de tu cariño e interés cuando adviertas que lo necesito."

Que la vida siempre nos permita tener con quien reír a carcajadas y con quien compartir nuestras tristezas, quien nos dé en un abrazo, una palabra, el aliento que el alma necesita para vencer los miedos, la tristeza, para que nos sea más fácil recuperar la fortaleza, la templanza cuando somos ungidos con el bálsamo sanador del amor.

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