domingo, 27 de octubre de 2013

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Desalmados
El primer muerto es el que pesa.
De ahí en adelante da lo mismo dos que tres docenas.
Por eso nos aterroriza ver a jóvenes sicarios que confiesan hasta 38 asesinatos.
Tienen embotado el cerebro y perdido hasta el último rasgo de humanidad.
No tenemos penas carcelarias que correspondan a la magnitud de sus crímenes.
No hay el escarmiento proporcionado ni la reparación del daño a las 38 familias enultadas.
Si no es alternativa la pena de muerte, construyamos al menos cárceles de alta seguridad.
Donde se trate a esos criminales con rigor extremo, sin consideración alguna.
Recluirlos de por vida, por estar más cerca de las bestias que de ser personas con derechos humanos.
jvillega@rocketmail.com

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