domingo, 13 de marzo de 2016

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

Hay personas que, cuando se van, dejan memorias de polvo y humo que pronto se disipan, como si la historia pudiera haber prescindido de ellos en cualquier momento.  Vuelvo la vista al espacio que un día ocuparon y veo que ya hay otros en su lugar, y pareciera que pronto nadie alcanzará a recordarlos.

Hay –en cambio—quienes nunca se van.  Se quedan como presencia viva, inspiración divina que se expresa a manera de suave murmullo una que otra mañana;  otras veces se nos presentan como ese ánimo que nos lleva a no desistir en aquello  que nos hemos propuesto alcanzar. Tal vez sea el chispazo mágico,  la sublime epifanía que nos hace  entender por un instante que la vida que hoy vivimos es parte de un todo que se halla muy por encima de nuestro solo paso por el mundo, y que nos lleva a trascender.

La de quienes nunca se van es una  presencia que  sigue entregándose generosa y fecunda, aún después de la muerte.


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