domingo, 8 de octubre de 2017

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Me ha costado mucho aprender, que aunque desee con todo el alma que algo suceda, una buena parte de las veces mi deseo no se hará realidad. Igualmente ha sido difícil aceptar que no tengo la posibilidad de cambiar mi entorno a complacencia, menos aún la forma de ser o pensar de quienes me rodean.

Dicen que soñar no cuesta nada, pero hay sueños que nos duelen y que se repiten sin que nada podamos tampoco hacer al respecto, a veces hasta soñar es costoso.

No puedo elegir lo que suceda cada día en mi vida, tan solo en parte es mi elección, pero elijo que suceda lo que suceda vaya pudiendo ser capaz de aceptarlo, de adaptarme, de atenuar las consecuencias cuando el suceso sea adverso.

Si bien es cierto que no puedo abstraerme del sufrimiento, si he aprendido a poderlo aligerarme y llevarlo a cuestas dejando al tiempo lo vaya diluyendo, sin dejar que me nuble la vista y me impida ver nuevos horizontes en los que asoma de nuevo la felicidad.
Aprender a tocar la realidad, a saber que a veces es tersa y otras espinosa, pero no evadirla, nada es para siempre y el nunca es adverbio que puede llegarnos de un momento a otro. La vida nos lleva de un extremo a otro, pero en cada uno hay algo, hay alguien que nos dé certeza de que existir cuesta.

Vivir plenamente, como para que alcance para uno y para aquellos con los que compartimos un pedacito de universo. El precio de vivir se nos reembolsa en cada amanecer, en cada luna llena y sobre todo en el amor que se haya sabido cultivar.

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