domingo, 16 de diciembre de 2018

FRAGMENTO por María del Carmen Maqueo Garza


RÉPLICA A UN VIEJO PREGÓN
Leyendo viejos pregones navideños, me atreví a escribir estas líneas,adaptando al tiempo presente  ese tono sacro y provinciano de la vieja España, en el que solían escribirse.
A Belén no lleva
el seductor camino de oropel,
con sus  gastos vanos y superfluos.
No lleva el atronador ambiente
de cohetes  rompiendo el cielo,
que ponen a correr de espanto
a los nobles  perros callejeros.
No lleva a la paz del portal sagrado
la fiesta ruidosa ahogada en vino.
Al bendito niño no conduce
el rugido del carro que acelera
sin respeto al prójimo.
No lleva ni el ánimo exaltado ni la furia presta.
A Belén no llevan los excesos
que el mundo ha inventado para celebrar
al que nació entre pajas, desnudo y frágil.
A Él que llama a descubrirlo en  mansedumbre,
a través de la sencilla humildad
de un niño pequeño que lo encuentra,
lo acuna entre brazos y le canta arrullos.
Es  entonces --nada más-- cuando se cumple
el bendito milagro de la Navidad,
entre los más pequeños y desposeídos,
donde  eligió Jesús nacer dos mil años atrás,
--como el más pobre de los pobres--,
el Salvador del mundo.

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