domingo, 16 de diciembre de 2018

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza


EPIFANÍA DEL VIENTO
El frente frío llega anunciándose por todos los rincones, lo hace de manera estrepitosa, a través de fuertes vientos que, como niños perversos, ponen a volar cuanto hallan a su paso. Conforme comienzan a aumentar de intensidad, provocan que  los arbustos púrpura del otoño se mezan de aquí para allá, desde sus raíces. De las aves sólo las más intrépidas remontan el vuelo, para luego planear llevadas por el aire, con riesgo de su propia vida.

Muchas hojas delgadas  color ocre pasan frente a mis pies;  parecen ir  jugando maratones por el suelo, alineadas una tras otra, hasta romper la formación más delante, donde una nueva ráfaga de viento las pone a girar haciendo un  remolino. Las señoras mayores se liberan de cualquier objeto que vinieran cargando, para cubrirse los oídos con ambas manos. Deben llegar a su memoria las advertencias maternas de que los males del cuerpo entran por los “sentidos”.

Entrecierro los ojos para evitar que el polvo se introduzca en ellos. Escucho las feroces ráfagas. que a  ratos me hacen imaginar a un hombre iracundo que expulsa su furia resoplando. En otros momentos el viento se presenta amenazante contra los cristales de las ventanas, no sin antes llevarse todo lo que encuentra a su paso. Un contenedor azul  de plástico --desde la banqueta-- comienza a dar volteretas impulsado por el viento, hasta quedar contra un árbol, al menos por un rato, mientras la dirección del aire cambia, para  llevarlo por otros derroteros.

Un hombre de edad, de larga figura cruza el puente con cautela. Su aspecto me recuerda el de esos veteranos en quienes la guerra ha dejado marcas. La mirada recelosa de sus ojos claros así parece indicarlo. Busca protegerse del frío, quizá recordando los tiempos  en el frente de batalla, cuando esto mismo pudo haber ocurrido alguna noche en el desierto. 

Un niño rompe aquel estado de alarma. Viene caminando con pasos cortos y veloces, tomado de la mano de su madre, quien lo apura a avanzar. El viento revuelve su cabello en un sentido y en el otro. El ríe divertido. Nada parece alterarlo. En la  mano libre de la sujeción materna sostiene una bolsa de plástico que por momentos, cuando el viento arrecia, logra mecerse de uno a otro lado. Entonces él aprieta más las asas de la bolsa en su mano, y más brillan sus ojos. No logro identificar con precisión el contenido de la bolsa, es un objeto pesado, tal vez un juguete. Lo que sí adivino, es  que en esa bolsa, ese niño sonriente  lleva cargando una ilusión.

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