domingo, 3 de noviembre de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



He tomado decisiones en mi vida, que la han marcado en su trayectoria, otras veces el destino ha decidido por mí, para bien o para mal. 
          En este ejercicio constante de la toma de decisiones, a mi edad cualquiera debería ser un experto. No temer siquiera la toma de una decisión errónea, por lo menos no por lo que respecta a uno mismo, porque creo y he comprobado que la suerte existe, y que no todo está en la voluntad o en el deseo de lo que se anhela, a pesar de que se dedique a ello  tiempo y esfuerzo al máximo. 
          No siempre, triste pero cierto, se logran las metas trazadas. No todo está a nuestro alcance, sin embargo logramos adaptarnos a la vida y a nuestras circunstancias, y a tener en nuestra mente y corazón la ductilidad que nos permita aceptar nuevas realidades. Además, en el esfuerzo encontrar enseñanzas que nos dirijan en otras direcciones, haciéndonos ver que hay más de un camino, y que lo importante es saber sortear obstáculos y cambiar de rumbo, sin que nos frustre el tener que dejar el proyecto inicial.
          Esto es cierto en cualquier ámbito, la adaptabilidad nos permite encontrar la felicidad, porque nuestra expectativas no dependen tan solo de un objetivo. Y si acaso lo hicieran, pueden ser modificadas con o sin intervención de nuestra voluntad.
          Hay muchas cosas que la experiencia me ha permitido casi dominar, pero tomar decisiones a veces pareciera un juego nuevo, del cual no conozco las reglas. La elección sigue siendo un reto en mi vida; no he perdido el miedo a equivocarme. Creo que lo único que me deja la madurez, es resignarme a la idea de cometer errores, la adaptación a las consecuencias;  a perdonarme y buscar en lo posible que estos no afecten a terceros.
          Por más cotidiana que sea a veces una decisión, tendrá eventualmente trascendencia en el resto de nuestra vida, y ni siquiera habremos de tener oportunidad de advertirlo.
          Lo único que quiero y debo aprender, es que pase lo que pase, mi decisión debe ir encaminada a ser feliz. Enfocada a esa felicidad que sin egoísmos se comparte y con ello se multiplica.
          Si algo agradezco a la vida, es siempre haber decidido por el amor, eso me da la certeza de que hubo ganancia aún en la equivocación.

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