domingo, 5 de julio de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


¿Cómo me percibes? Es algo a veces tan difícil de llegar a saber. Uno cree haber dicho algo con cierta intención, espera determinada resultado o respuesta, y puede no recibirla ni tan siquiera cercana a lo esperado.
     A veces después de mucho tiempo, por casualidad, por terceras personas, o en la mejor de las ocasiones por la sincera confesión de la persona afectada positiva o negativamente con nuestras palabras, nos vemos descritos de una manera tan distinta a la que tenemos conceptuada, distante y a veces según nuestro criterio, injusta. Otras habremos llegado más allá de donde lo intentamos logrando un efecto positivo y profundo, que no llevaba nuestra intención,
     Son tantos los factores que influyen en las relaciones interpersonales, y tantas a veces tan subjetivas, que nuestra sensibilidad no es suficientes para darnos la señal de si estamos en sintonía con el otro, o definitivamente nuestro mensaje va en otra longitud de onda y el mensaje llegará tan deformado, que apenas se parecerá al original,
     Autenticidad, claridad, asertividad, todo en algún momento puede fallar, por las circunstancias que son variables que no podemos manejar, por la situación emocional de la otra persona, porque simplemente nuestra educación, creencias, formación moral, expectativas, prejuicios, y en mucho las experiencias vividas que nos llevan a la percepción equivocada. Juicios que a veces dañan una relación, o que siendo falsa apreciación, nos distorsiona una imagen y nos crean falsos ídolos, que después dolorosamente descubrimos no eran tales.
     ¿Cómo me percibes? Es difícil identificarlo presencialmente, cuando la mirada y la expresión facial favorecen que se transparenten las verdades. Ahora que nuestra comunicación es sobre todo a través de textos, más complicado aún interpretar reacciones expresadas en palabras, palabras que son tan solo sucesión de letras que el lector puede interpretar con énfasis o desgano, con enojo o con pasividad, sin que vaya en ella la intención real que se le quiso dar.
     Que pronto volvamos a esas bellas formas de comunicar, donde no tenemos la seguridad de que la percepción sea la que intentamos hacer llegar, pero donde una mirada, una lágrima o una caricia son más reveladoras y ciertas que mil palabras,

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