Durante esta contingencia he visto con tristeza como en nuestro país se ha agudizado la confrontación entre diversos grupos sociales, con lamentables actos violentos a la luz de la impunidad y ausencia de la autoridad.
Pero, ¿por qué seguir provocando tal segregación en la sociedad?
¿Quién o qué nos da el derecho de insultar cotidianamente a nuestro hermano con adjetivos calificativos que degradan su integridad? Actos que en muchas ocasiones derivan en daño físico o muerte.
¿Realmente no podemos salvaguardar la dignidad de la raza humana?
¿Seguiremos insensiblemente en esta caída libre hasta tocar fondo sin importar el daño que le estamos provocando a la humanidad?
Entiendo qué hay preferencias ideológicas, religiosas o de otra índole. Pero finalmente todos estamos inmersos en este engranaje llamado sociedad, cuyo funcionamiento no es posible si no existe armonía entre quienes la formamos.
Quienes representan y dirigen el destino de la sociedad, tienen la obligación de gobernar para todos, siempre buscando el bien común y no solo favorecer a ciertos grupos. No nos enfrasquemos en defender un color, finalmente ellos son aves de paso y lo poco o mucho que logren en su gestión, también dependerá de la unidad y empatía que muestre la ciudadanía.
Los cambios o mejoras no vienen de la noche a la mañana, se requiere de la solidaridad y el esfuerzo de quienes integramos este bello país. Los resultados vendrán cuando pongamos el ejemplo, cuando eduquemos en valores a nuestros hijos y cuando entendamos que nuestras diferencias pueden unirnos si somos respetuosos y tolerantes.
Démosle la mano a nuestro hermano, seamos generosos sin esperar nada a cambio, solo con la esperanza de dejarle a las generaciones venideras un mundo mejor.
“De la abundancia del corazón habla la boca”
Hoy nos acompaña Isaías Orozco Andrade: Médico pediatra, autoridad en el tema de la tuberculosis, sobre la que tiene varios libros, publicaciones y reconocimientos. Gran humanista, autor de la novela autobiográfica "Médico de Guardia", que pueden encontrar en su versión electrónica. ¡Bienvenido, doctor!
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