DESDE LA PALABRA
ESCRITA
Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan
la oscuridad con cuentos,
que gracias a los relatos aprenden a convivir con el
caos…
Irene Vallejo
Cierra un año más. Repaso
mi trabajo de estos doce meses para descubrir que he venido abordando con
frecuencia, en diversos espacios,
reflexiones personales acerca del oficio de escribir, de la literatura y del hábito de la lectura. Difícilmente podría agotar un tema que
resulta trascendental en muchos aspectos. Esta vez fue justo en esos lapsos de duermevela cuando
llegó una epifanía. Comenzaba el jueves 5 de enero, fecha que cambió tantas
cosas para el estado de Sinaloa, a raíz de la aprehensión de uno de los
principales cabecillas en la región noroeste. En ese momento no conocía aún la
noticia. De la nada, o quizá como una
premonición que entonces carecía de significancia, y que la fue
adquiriendo a lo largo del día, según se
desarrollaban los hechos y el flujo de noticias crecía, llegó la frase que
se me ha clavado en la conciencia:
“Leer nos hace mejores personas”: Algo tan lógico como
desatendido. Me llegó cual destello imposible de ignorar. Leer es zambullirnos en una realidad ajena
–real o ficticia—que nos permite salir de nuestra zona de confort para empezar
a entender al mundo más allá de nuestro propio entorno personal. Uno de los grandes males sociales de nuestros
tiempos es el individualismo. La
tendencia a juzgar lo que está más allá
de nosotros mismos desde nuestra propia postura, sin ir al fondo. Es más, ni siquiera lo intentamos,
simplemente asumimos que los demás “deberían” pensar o actuar del modo como
nosotros lo hacemos.
Recurro, como tantas otras veces, a la RAE para entender qué
es el egoísmo: La Academia lo define como “Inmoderado y excesivo amor a sí
mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse de los
demás”. Con el respeto que me merece la Academia yo
iría un poco más allá, a cuestionar la palabra “amor” en esta definición. La propia RAE contradice hasta cierto punto
lo dicho, pues en sus principales
acepciones de la palabra “amor” conlleva la virtud de ver por otros, que
no es el caso del egoísmo. La persona egoísta efectivamente centra en sí mismo
las ideas, sentimientos y percepciones que tiene respecto al mundo, pero lo
hace movido por un culto a la propia persona, a manejarse como si él mismo fuera el eje del universo. Actúa bajo la premisa de que lo más
importante en el mundo es su propia persona, mecanismo derivado de una
necesidad no satisfecha que predispone a detentar esta conducta.
“Leer nos hace mejores personas”: El escritor es el eterno cronista que
va recogiendo guiños por el camino. De
un gesto, de una interacción casual que observa, surge en su mente la pregunta:
“¿Y qué pasaría si…?”, a partir de la cual detona la acción de sus personajes. Cada uno de ellos encierra una esencia de lo
que es la condición humana y de este modo se ofrece a los ojos del lector, para
invitarlo a asimilar que todos sobre el planeta somos distintos, que hay una
razón detrás de nuestros hábitos y costumbres, que no es sano juzgar las cosas
como buenas o malas, pues lo que para uno es blanco, para el otro puede ser
negro profundo. La lectura nos invita a
empatizar con la humanidad del protagonista que se ha trazado un ideal, o una
meta, o un sueño, y pugna a lo largo de la historia por alcanzarlo. De una forma subliminal nos invita a
conocerlo hasta el punto de que, como lectores, seamos capaces de decir que, en
su misma situación, nosotros habríamos actuado del igual modo.
Nuestro mundo sufre de dos grandes males; Uno es el individualismo del
cual hemos venido hablando y el otro es la falta de empatía. Suponemos entender lo que le ocurre al otro,
pero siempre desde nuestra propia postura aséptica, desde el prejuicio, desde un
supuesto: “claro, yo lo hubiera hecho mejor”.
Nos cuesta mucho ensuciarnos las manos; meter los pies en el fango;
entrar a la habitación desarreglada y maloliente del personaje que sufre en la
calle de discriminación, frente al que no queremos ni voltear a ver o lo
hacemos con desprecio. Echarnos un
clavado a mundos que, para nuestra fortuna, no son los nuestros hasta ahora,
pero que no por ello nos deben resultar
ajenos.
Conocer obras, conocer personajes, conocer autores: Descubrir a un poeta
Miguel Hernández que enfermo y desde la cárcel animaba a su esposa a no
desfallecer, ante la pobreza alimentaria de la Guerra Civil Española. O hallarnos en la actualidad a una escritora
como JK Rowling, que venció la enfermedad y la pobreza para proyectarse al
mundo con su colección de siete libros de Harry Potter.
“Leer nos hace mejores personas”: Conectar mediante la palabra escrita
con ese mundo ideal que todos aspiramos habitar.
La vida oculta ,los deseos inimaginables, los sueños , el amor platónico … los encuentras len la lectura… felicidades querida Carmen
ResponderBorrarLeer nos hace mejores personas, mejores hijos, mejores padres, mejores hermanos, mejores amigos, mejores mexicanos. Mejores seres humanos.
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