domingo, 1 de septiembre de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CONTANDO ESTRELLAS
En lo personal, estar conmigo misma, lejos de ser un tiempo angustiante que  busque evitar, representa una excelente oportunidad para observar, cuestionar y tratar de entender situaciones que se  hallan más allá de mi entorno.
   Así fue como, hace un par de días, durante los veinte minutos que tuve que esperar haciendo línea a bordo de mi vehículo, aproveché para encender la radio mientras  llevaba a cabo una serie de anotaciones en mi agenda.  Llamó poderosamente mi atención una balada que hasta ahora que busco en la red descubro cómo se llama, sin embargo en ese momento lo que  me atrapó fue  su letra.   Lleva por título “Counting stars”,  del álbum “Native”, de un grupo llamado “One Republic”.
   El estribillo repetía con insistencia: “Everything that kills me makes me feel alive.” (Todo lo que me mata me hace sentir vivo). Comencé a tomar nota de varias partes de la canción como:”I feel so wrong doing the right thing.”  (Me siento tan mal haciendo lo que debo hacer) “Everything that drowns me makes me wanna fly.”  (Todo lo que me ahoga me hace querer volar) Para terminar con:  “Feel something so right by doing the wrong thing.  Feel something so wrong by doing the right thing.”(Sentir que algo está tan bien cuando se hace lo incorrecto.  Sentir que algo está tan mal cuando se hace lo correcto.)
   En fin, como no conocía ni la balada, ni al grupo,  fue hasta después cuando pude buscar información en la red.  En el primer momento me recordó a “Lucy in the sky” cuando fue estrenada por los Beatles, y que tanto se consideró como una apología al uso de sustancias alucinógenas.
   Fue así como revisé algunos blogs juveniles en los cuales viene la letra seguida de un espacio para que los visitantes  escriban su propia interpretación sobre lo que el grupo quiso decir.   Me impactó el nivel de depresión y de muerte que  reflejan muchos de los escritos de estos chavos.
   En el mejor de los casos la canción en su conjunto pudiera ser una crítica al sistema capitalista y al consumismo: “I´ve praying hard.  Said no more counting dollars, we’ll be counting stars” (He estado orando intensamente.  Me dije, ya no contaremos dólares, contaremos estrellas).
   Sin embargo ese primer texto que me atrapó resultó por demás significativo: “Todo lo que me mata me hace sentir vivo.”  Me dio luz sobre tantas conductas de nuestra juventud cuyo común denominador es la adrenalina, y que está detrás de tantos actos temerarios  que  ponen en riesgo  su vida o la de los demás.   Como si la  existencia tuviera tan poco valor, que ha de procurarse cualquier cosa que permita esos diez minutos de adrenalina   que la doten  de un significado, de una razón de ser, aunque sea lo último que se haga sobre el planeta.
   Esa necesidad de un estímulo que lleve a sentir que hay vida en el cuerpo guarda cierta relación con el afán  de genitalidad en boga, y que en lo personal hallo tan contradictorio.   Es absurdo descubrir que todo lo que los productores tienen para ofrecer es una escena de sexo burdo, en unos tiempos tan increíbles donde hay tanto qué presentar, más allá de un primitivo apareamiento.
   Pero en fin, volviendo a la canción que dio origen a esta columna.  ¡Cuánta desolación traduce su letra, y más la que se encuentra en las interpretaciones que los propios chavos hacen de la misma!  Cómo nos ha faltado a los adultos presentar a las nuevas generaciones un mundo interesante, divertido, original y desafiante, en el cual la consecución de los  propios sueños  se considere un  apetecible modo de crecimiento interior.
   Quizás en nuestros afanes por allanar el camino a las nuevas generaciones hemos montado un escenario tan plano para ellos, que simplemente no lo encuentran atractivo.  A las primeras de cambio se fastidian, se  crispan cuando las cosas no salen bien, y terminan por aislarse.
   Algo es cierto, jamás debemos de perder la esperanza.   Dentro de aquellas expresiones sombrías de la canción se lee entre líneas el  deseo de un mundo más estimulante, por el que valga la pena echarle muchas ganas y luchar.   Quizá ni el mismo joven entienda de entrada qué es lo que sucede, aunque con un poco de introspección él mismo va a  descubrir que ese fastidio frente a la vida nace de su íntimo deseo por existir en un mundo capaz de provocar más satisfacción.

   Los chavos están componiendo, musicalizando, interpretando, cantando y analizando una balada que los representa.  Nos están permitiendo  a nosotros saber cómo se sienten;  están pidiendo un mundo más rico en significados y en sentido.  ¿Los dejamos colgados de la brocha, y que se vayan con su música a otra parte?...

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