domingo, 26 de marzo de 2017

HOJAS SUELTAS por María del Carmen Maqueo Garza

Un perro es lo más maravilloso que hay.  Te cuida, te hace fiestas y te acompaña, todo ello por unos minutos de caricias y un plato de croquetas.

Siempre está ahí aguardando tu llegada como si aquello fuera el acontecimiento más importante de su vida.

Ojalá los seres humanos fuéramos más  “perrosos” en nuestros afectos, menos puntillosos y más cálidos; menos críticos y más solidarios; menos obsesivos y más sencillos para reconocer los logros de otros.

El perro tiene la fabulosa cualidad de vivir el momento.  No se angustia por lo que sucederá mañana ni vive anclado en el ayer. 

Se conforma con unas cuantas cosas, y si en un momento dado no las hay, buscará cómo entretenerse persiguiendo su propia cola o reposando en la sombra.

Supongo que el Dios de Sabines inventó los perros para eso: Para que aprendamos a disfrutar la vida y también como un preventivo contra el suicidio.

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