¡Qué prometedora es la aparición de una gran nube gris que se
instala magnífica por entre las otras nubes –blancas de algodón—anunciando la
lluvia.
Gozo cuando un aire comienza a mecer los penachos de los árboles, mientras que de la alta palmera
caen de forma pesada las viejas hojas secas del color de la miel, que azotan
sonoramente contra las baldosas, como si fueran lanzadas con furia desde las
alturas.
Vuelvo a ser niña al momento en que veo cómo gruesas gotas van cubriendo de pecas las
banquetas, avisando a la seca que su hora final ha llegado. Luego, ya dentro de la casa, escucho el
golpeteo de esas mismas gotas contra el cristal de la ventana y nace en mí una
particular alegría.
La lluvia es promesa, promesa de vida. Anuncio de tiempos nuevos de abundancia. Llega el agua vivificante, sanadora, con su
carga de promesas.
Se alegran los finos tallos, se alegran la milpa, y los
gorriones que anuncian la venida con un trino nuevo. Se alegran los perros pulgosos, los niños
chorreados, los viejos sabios que ahora saben que todo se cumple y que nada
está perdido.
Me alegro yo, y mi canto es voz, y mi voz es palabra escrita. La lluvia llega hasta con gusto, se sabe
bienvenida, se sueña vuelta arroyo,
cascada y río, promesas de un mañana de abundancia para todos.
Excelente. La lluvia siempre inspira. Saludos
ResponderBorrarGracias, amigo. Y más inspira cuando se ve venir como promesa de vida.
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