Soneto
Al gozo en que la fruta se convierte
sobrevive la sed que la desea:
es avidez nomás lo que se crea
del estéril consumo de su suerte.
Cava en ella la tumba que se vierte
la vana forma que el amor rodea,
y ella misma se nutre y se recrea,
voraz y sola, con su propia muerte.
No del pasado azar que considera
la vida crece sólo dilatada,
ni el objeto futuro la sustenta;
fluye de sí como si entonces fuera
y el amor que la mira despojada
tampoco de su sueño la alimenta.
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