Si camino paso a paso hasta el recuerdo más hondo, caigo en
la húmeda barranca de Toistona, bordeada de helechos y de musgo entrañable. Ahí
hay una flor blanca. La perfumada estrellita de San Juan que prendió con su
alfiler de aroma el primer recuerdo de mi vida terrestre una tarde de infancia
en que salí por vez primera a conocer el campo.
Campo de Zapotlán, mojado por la lluvia de junio, llanura lineal de
surcos innumerables. Tierra de pan humilde y de trabajo sencillo, tierra de
hombres que giran en la ronda anual de las estaciones, que repasan su vida como un libro de horas y que orientan sus designios en las fases cambiantes de la luna. Zapotlán, tierra extendida y redonda, limitada por el suave declive de los montes, que suben por laderas y barrancos a perderse donde empieza el apogeo de los pinos. Tierra donde hay una laguna soñada que se disipa en la aurora. Una laguna infantil como un recuerdo que aparece y se pierde, llevándose sus juncos y sus verdes riberas.
Una red social cuyo propósito es contribuir a enaltecer la calidad humana, la sensibilidad ciudadana y la autoestima. Un pequeño espacio que aliente, reconozca y difunda los valores de los diversos ciudadanos del mundo. Que nos impulse a cuidar del planeta, y a edificar la sociedad justa y buena a la que todos tenemos derecho.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario