Desde su encierro enmudecen mis palabras
no natas.
Deben callar, lo pide el dolor de los que sufren.
A partir de ahora contengo mis sollozos
dentro, muy dentro. Serán gatos monteses
enjaulados en una prisión
Habrán de desgarrar mi pecho
desde dentro afuera
hasta dejar
a la vuelta del tiempo
finalmente huir esos dolores
golondrinas heridas
Habrán de ir a fundirse, volverse una misma cosa
con el escarlata profundo del atardecer
en el momento
cuando finalmente caiga el día.
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