domingo, 30 de julio de 2017

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

Las ciudades son como los hombres. Guardan distintos estados de ànimo, y asì como una mañana despiertan alegres y despejadas, otras pueden hacerlo sombrìas y nostàlgicas.

Asì vi amanecer hoy a la solemne Zacatecas, la ciudad de las montañas de  tierras rojizas, con hombres y mujeres de rostros rubicundos y miradas claras.  Ese mineral que se dibuja por sobre las cordilleras mediante incontables callecitas bordeadas por casas que a la distancia parecen de juguete.

Hoy la ciudad que crece entre montañas no pareciò alegrarse por los vehìculos que serpentean sus caminos copados por la niebla, como si por alguna razòn hubiera amanecido triste, sin ànimo para responder a sus visitantes.

Cuando ya la ìbamos dejando atràs los cielos parecieron despejarse, y allà al oriente comenzò a elevarse una gran bola de fuego entre filones de diversos tonos.  El majestuoso astro sol llegaba como la luz bendita que ilumina cualquier remanso gris de la noche. Con èl se renovaba la esperanza.


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