POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS
Confieso
que sé muy poco sobre el Heavy Metal. Leyendo noticias del mundo me entero de
que esta semana falleció Ozzy Osbourne, cantante británico de este género, mejor
conocido como “El príncipe de las tinieblas”, quien alcanzó fama mundial junto
con su grupo “Black Sabbath” en los años setenta. Lo poco que conozco de él es
casi de rebote, por notas de espectáculos que habré leído en diversos medios en
los últimos cincuenta años, tiempo de duración de su carrera musical, con un
intermedio a causa de su profunda adicción a las drogas. Lo que hallé
totalmente fuera de contexto, tanto que me lleva a redactar la presente
colaboración, es un par de gestos manifestados por los legisladores de la
nación. Primero una esquela por la muerte del cantante, por parte de la Cámara
de Diputados. Circuló en redes a escasas horas de su fallecimiento; inicialmente
me hizo pensar que se tratara de una publicación falsa. Pero ya con una segunda expresión en la misma
línea, me convencí de la verosimilitud de lo publicado. Esta vez fue por parte
del pleno de la Cámara de Senadores, donde se solicitó un minuto de aplausos de
pie como homenaje luctuoso a Osbourne.
Por
todo lo anterior podemos concluir que nuestros legisladores son entusiastas aficionados
a este género del Heavy Metal, de modo que ambas cámaras se manifestaron por el
fallecimiento de Osbourne, sin embargo, no estoy de acuerdo con que los gustos
particulares, por más apasionados que sean, merezcan un lugar en la agenda
legislativa del Estado Mexicano. En
absoluto es un asunto de interés nacional.
Y vaya, si tal fuera el caso, de ponernos a dedicar honras fúnebres a
todos los famosos que fallecen, habría que incluir en la orden del día a tantos
personajes virtuosos: Científicos; académicos; músicos; escritores; cineastas y
filántropos, entre tantos otros, cuya trayectoria excepcional ha representado enormes
avances para la humanidad. Ahora podría ser el turno de Chuck Mangione, la
leyenda del jazz de nacionalidad norteamericana, quien murió unos cuantos días
después.
Podríamos
especular en todos los sentidos respecto a qué hay detrás de estos gestos de
nuestros legisladores. Tal vez pretendan
distraer la atención de otros asuntos que resultan incómodos, o quizá consideren
que han agotado los acuerdos de primer orden en cuanto a legislación, solución
de conflictos y asuntos de política exterior, entre otros, y no hallan cómo ocupar
su tiempo… Más allá de la causa que generó estas honras fúnebres fuera de
lugar, percibo algo muy preocupante: La falta de respeto que nuestros
legisladores están demostrando para los asuntos que en verdad impactan a los
ciudadanos y en los que esperaríamos verlos trabajando de manera seria y
decidida.
No dudo que algún entusiasta legislador pudiera argumentar, basado en este mismo fragmento del poema, que precisamente por eso emprendieron el homenaje luctuoso al músico británico, porque tanto él como ellos son parte de la humanidad. A lo que yo, con razones por demás poderosas, replicaría que, precisamente esa exaltada sensibilidad que mostraron hacia “El príncipe de las tinieblas”, debería ser expresada en primer lugar por los propios: Los muertos a causa de la violencia; los desaparecidos; los niños con cáncer; las madres buscadoras, y los migrantes que mueren en su intento por alcanzar una mejor vida para ellos y sus familias. Como quien dice, comencemos por los de casa a expresar nuestra simpatía y solidaridad, y ya luego le seguimos con el resto del mundo.
Por cierto, el Senado pareció terminar agotado de tanto aplaudir, de modo que no dio entrada a dos intervenciones relacionadas con el crimen organizado en Tabasco, algo que, visto por donde se vea, representa un asunto de verdadero interés nacional. Me preocupa imaginar que así se vayan a estar estableciendo las prioridades dentro el Poder Legislativo en lo que resta de su ejercicio.
Muy buen análisis, Carmen, pese a no onocer nada del heavy Metal, tus comentarios son orientados por el sentido común; del que carecen muchas autoridades.
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