domingo, 23 de abril de 2017

Los hijos son como barcos por Luis Castellanos

Este texto lleva al menos diez años circulando en la red --completo o editado--  como "anónimo". Rastreé sus orígenes hasta un un rotativo colombiano allá por el 2006.  Me permito publicarlo, tanto por su valor literario  como para contrarrestar la idea de que es anónimo, puesto que no lo es.
Gracias, Elsita por tu atinada sugerencia.


Al mirar un navío en el puerto, imaginamos que está en su lugar más seguro, protegido por una fuerte ancla.
Sin embargo sabemos que está allí preparándose, abasteciéndose y alistándose para ser lanzado al mar, cumpliendo con el destino para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos.
Dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve, tendrá que desviar la ruta, trazar otros caminos y buscar otros puertos, pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido, enriquecido por las diferentes culturas recorridas. Y habrá mucha gente esperando feliz en el puerto.

Así son los  hijos. Tienen a sus padres, o sea el puerto seguro, hasta que se tornan independientes.
Por más seguridad, protección y manutención que puedan sentir junto sus padres, los hijos nacieron para surcar los mares de la vida, correr sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras.

Cierto es que llevarán consigo los ejemplos adquiridos, los conocimientos obtenidos en el colegio, pero lo más importante estará en el interior de cada uno: La capacidad para saber ser felices, humildad, solidaridad, honestidad, disciplina, gratitud y generosidad.

La felicidad consiste en tener un ideal para buscar, y la certeza de estar dando pasos firmes en el camino de ese logro.

Los padres no deben seguir los pasos de los hijos y los hijos nunca deben descansar en los pasos que los padres alcanzaron. Los hijos deben seguir desde el puerto a donde sus padres llegaron y como los navíos, partir en busca de sus propias conquistas y aventuras. Para ello, requieren ser preparados y amados, con la certeza de que quien ama educa.

¡Cuán difícil es soltar las amarras y dejar partir al navío!… Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre es la autonomía.

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