domingo, 24 de marzo de 2024

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

RUMBO AL 2 DE JUNIO

Si mi voto cuenta, yo existo cívicamente; si yo existo cívicamente, mis esperanzas de toda índole encuentran un fundamento racional:  

Carlos Monsiváis

Como la mayor parte de actividades en mi día a día, voy al supermercado sola.  Resulta un divertido coloquio de mí conmigo, pero sin misantropía, atenta por si hallo en la tienda compañeros del IMSS, con quienes trabajé durante muchos años.  Tras cada uno de esos encuentros me sorprendo sonriendo  frente a las latas de sopa, o las servilletas de papel.  Me divierte imaginar lo que llegarán a pensar quienes observan mi gesto en solitario  al avanzar por los pasillos. 

Tengo la añeja costumbre de solicitar el auxilio de un empacador de la tercera edad. Lo hago por solidaridad a su limitada economía; además, porque la plática me provee de grandes aprendizajes acerca de la vida.  Mi consentida es Lupita, la más bajita del grupo; invariablemente va siempre muy  arreglada a su trabajo, hasta con un moñito en espiral adornando su cabello.  Ha debido enfrentar grandes dificultades, pero, pese de ello, jamás le he conocido un gesto más allá de una sonrisa y un trato amable.  Está Roberto, quien en su vida activa fue jardinero, y me hace sugerencias para mi pequeño jardín. José, quien emigró hace muchos años de una población vecina a Coatzacoalcos, Veracruz, y todavía no puede acostumbrarse al clima semidesértico de la región, o Juanita, que parece leerme la mente a la hora de acomodar los víveres en las bolsas reciclables que  llevo. Por cierto, ella está en espera de su tercer bisnieto.

Esta vez me tocó una mujer que  ha de rondar los sesenta años, aunque los surcos de su rostro de tez blanca  sugieran más edad.  No la conocía y no pude identificarla por su nombre debido a la falta de gafete.

     —Es que siempre se me anda cayendo —me dice mientras se pasa la mano por el pecho como para señalarme dónde debía de traerlo. —Me llamo Rosa.

     —Mucho gusto, Rosita.  ¿Es nueva aquí?

     —No, lo que pasa es que estuve mucho tiempo enferma.  Dos años, ¡imagínese!

     —Voy a necesitar que me ayude. — Le comento mientras la veo terminando de acomodar la mercancía en la caja registradora.

Como de costumbre, no he puesto atención en la sección del estacionamiento donde aparqué el vehículo.  Finalmente, lo diviso y señalo a la empacadora el sitio, para encaminarnos  allá.

     —Y qué, Rosita: ¿Ya lista para votar? ¿Ya tiene su credencial de elector?  —Voltea a verme, su rostro mantiene los labios apretados y la mirada firme, gesto que se agudiza tras mi pregunta.

     —¿Por qué…? ¿Es líder de algún partido? — Sus manos aferran con mayor firmeza el carro del mandado.

     —No, Rosita.  De ningún partido —remarco— soy simple ciudadana.

     —Ah, ¿y entonces por qué me pregunta que si voy a votar?... Si es lo mismo de siempre, puro mugrero…

     —Ese es el punto; el país depende del voto de cada uno de nosotros, los ciudadanos.  Si usted se siente muy bien con cómo están las cosas, hay que ir a votar para que siga el mismo gobierno.  Si usted no está contenta, hay que ir a votar por el cambio. Y no olvide, vote por quien vote, no pueden quitarle los beneficios de los programas sociales, porque están en la Constitución.

     —No, no le creo.  Usted es de algún partido.  A ver: ¿Por quién vota usted siempre? —Para ese momento la percibo retadora. En tono conciliador le hago saber que yo nací el mismo año en que se consiguió en México el voto para la mujer, un logro muy importante que debemos de aprovechar todas.

     —Cada vez que hay elecciones voto por el que me parece el mejor candidato —respondo—.  En cincuenta años que tengo votando, lo he hecho por distintos partidos.  Unas veces por uno, otras veces por otro.

     —Ah, entonces usted es una indecisa…—Su tono de voz se ha elevado de manera notable. Para ese momento hemos terminado de acomodar la mercancía en la cajuela y ella gira el carrito en ademán de marcharse.

     —No, Rosita.  No es por indecisa que cambio mi voto en las distintas elecciones; es mi derecho como ciudadana, de apostarle cada vez al México que considero que es mejor  para mí y para mi familia.

Me estudia fijamente.  Tan es así, que ni ha puesto atención en el billete que saqué de mi cartera y que el viento hace ondear  entre mis dedos, mientras cierro la cajuela. Termino diciendo:

     —La próxima vez que venga la voy a buscar para que me ayude otra vez  y seguimos platicando.  —Hasta entonces deja de mirarme. Toma el billete, abre su cangurera y lo coloca extendido  con otros dos o tres que trae dentro en perfecto orden.  Finalmente me espeta:

   —Pues ni para qué, si siempre es lo mismo, puro mugrero.

Conclusión: Queridos amigos, tenemos mucha tarea ciudadana de aquí al 2 de junio.

2 comentarios:

  1. Doctora María del Carmen Maqueo Garza me da gusto saludarte por este medio y mencionarte que me encantó tu artículo referente rumbo al 2 de Junio y no cabe duda que es muy cierto lo que menciona tu empacadora en turno y coincido contigo al 100 de que efectivamente hay mucha tarea por delante y sin mucho tiempo ya para cambiar la mentalidad. Saludos desde Nava un día de estos me gustaría platicar contigo al respecto de algunos temas.. soy un ferviente seguidor de tu sección en el Zócalo.

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    1. Inge: ¡Qué gusto saludarte en este espacio! El jueves 11 de abril, 6 pm, hablaremos sobre novela negra. Museo de la Frontera, frente a la Gran Plaza. Me encantaría que pudieran acompañarnos; yo invito el café. De momento, saludos.

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