domingo, 19 de noviembre de 2023

POESÍA DE HÉCTOR OLVEDA

Fábula del camaleón

Espejo universal, perjuro entorno.
Sensual embaucador, una falacia
que a la vista se pierde y fuera gracia
de no tener virtudes como adorno.
Las que a veces delatan su contorno
granulado reptil, que Damasquina
lleva la piel y un rabo sin bochorno
igual que una rizada serpentina.
De la giba que tiene su cabeza
a la sierra que pasa por su espalda
brilla un cielo color azul turquesa
y una veta carnosa de esmeraldas.
A la parodia que inventa de lo cierto
no escapa ni telón, ni utilería
cuando disfraza la sublime cobardía
el recurso teatral de su pigmento.
Talento que brota a sus escamas
como lunar que viene de familia
igual imita la angustia de una rama
que un pétalo feroz de buganvilia.
Se aleja, de sitios y de gente
camuflaje de tedio y de fantasma
y del aire que corre se le plasma
El inocuo color del trasparente.
Camaleón; te pareces a Dali y
a Mata Hari.
A la obra de arte de un espía.
Al Fakir, al ojo del vidente
Y al vagón de un prehistórico
tranvía.
Copista magistral, cara de asceta.
Divina majestad de los contrastes
tienes por dentro rendida la paleta
Del Greco, de Rembrandt, de Velázquez.
Criatura inerte, de pronto se oscurece
y el color de su mágico holograma
se prodiga fastuoso en una llama
como el astro que de luz se desvanece.
A la fábula jamás desencantada
del camaleón, no falta moraleja
“Quien a un mundo de sombras se asemeja
Se confunde tan solo con la nada."

PUBLICACIÓN DE EDITORIAL SEXTO PISO ESPAÑA

 

Valeria Luiselli se convierte en la primera escritora latinoamericana seleccionada para la Biblioteca del Futuro (@futurelibraryno)

🌲 La Biblioteca del Futuro, ideada por la artista Katie Paterson en 2014, invita cada año a un escritor a contribuir con un manuscrito que permanecerá sellado, inédito y sin leer durante un periodo de 100 años. En 2114, las obras recopiladas se publicarán en forma de antología.
@valeria_luiselli: «Mi hija pequeña tendrá noventa y tres años en 2114. ¿Debo escribir tendrá o tendría? Mi hija mayor podría tener ciento cinco. Son matemáticas difíciles de pronunciar en voz alta, un horizonte difícil de imaginar. Estoy segura de que ahí estarán las montañas. Habrá vastos desiertos, selvas enmarañadas, vientos y tormentas. Habrá micelio. Los océanos estarán allí, hinchándose y retirándose como llevan haciendo tanto tiempo. Estoy bastante segura de que las aplicaciones y los códigos QR se habrán vuelto tan obsoletos como lo son ahora las máquinas de fax y los beepers. Y es un alivio imaginar eso. Quizá no haya fronteras nacionales, ni directores ejecutivos, ni cáncer. Y eso también es bueno imaginarlo. Estoy segura de que habrá curiosidad, y gente que se enamore perdidamente, y largas conversaciones. No es tan difícil de imaginar. Acepté esta hermosa invitación para formar parte de la Biblioteca del Futuro porque espero, con toda mi fuerza y anhelo y capacidad de imaginar, que en el año 2114 abunden las partituras musicales, los caballos salvajes, los coros a capella, las pinturas al óleo, los baobabs, las predicciones astrológicas, las ballenas jorobadas, las lenguas antiguas y nuevas, los saguaros en flor, las manos que escriben y los ojos que leen». 
🌲 Luiselli, décima autora seleccionada, presentará su manuscrito en el bosque en mayo de 2024, siguiendo los pasos de Margaret Atwood, David Mitchell, Sjón, Elif Shafak, Han Kang, Karl Ove Knausgård, Ocean Vuong, Tsitsi Dangarembga y Judith Schalansky.
🌲 Se plantan 1000 árboles en la Nordmarka de Oslo. En 2114 los textos se imprimirán en papel fabricado con estos árboles.
¡Enhorabuenísima, Valeria!

Tomado de la página de Fb de mi querida Margarita Aguilar.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

EL BUEN BUEN FIN

Como viene sucediendo desde hace varios años, en estos días se lleva a cabo la serie de promociones comerciales englobadas bajo el término “El buen fin”, que se adelanta cronológicamente a su equivalente norteamericano denominado “Black Friday”.

La historia norteamericana del Black Friday está asociada al Día de Acción de Gracias, celebrado desde  1863 cuando el entonces presidente Abraham Lincoln proclamó el jueves 26 de noviembre de ese año como una fecha nacional para dar gracias.  Décadas después, al finalizar la etapa de la Gran Depresión en la Unión Americana, Roosevelt ajustó la fecha para facilitar las compras por parte de los ciudadanos que apenas comenzaban a recuperar su economía familiar, fijando el tercer jueves de noviembre y no el cuarto, como Día de  Acción de Gracias.  Finalmente, un par de años después, la fecha regresó a su original cuarto jueves del penúltimo mes del año, dando con ello por iniciada la temporada navideña.  Otro factor que se atribuye para bautizar la fecha como “viernes negro”, tiene que ver con las finanzas.  Los comercios intentan mantenerse en números negros y evitan los números rojos, que señalarían pérdidas.

Fue a partir del 2011 que México organizó su equivalente denominado “El buen fin”, evento que cada año adquiere mayor relevancia.  Se fija el viernes previo a la conmemoración de la Revolución Mexicana y cumple funciones similares de descuento en mercancía y promociones.

Como sucede en algunas otras ocasiones, las ofertas de finales de noviembre ponen a prueba nuestra templanza comercial.  Los clientes  sabios han planificado a lo largo del año los productos que planean adquirir en esos días, de manera que su economía doméstica se mantenga estable el resto del año.  Hay, por otra parte, quienes se lanzan hasta en forma irracional, movidos por la atracción hacia la mercancía en oferta, llegando a endeudarse para el resto del año.   Para acabar de complicar las cosas, ese gancho comercial de “meses sin intereses” los atrapa como peces hambrientos.  Tal vez pasadas dos o tres semanas la emoción de la compra se ha extinguido y el entusiasmado cliente se da un frentazo con la dura realidad, y eso que aún no cae la primera parcialidad de cobro de la tarjeta de débito o crédito.

Dado que vivimos en un mundo cien por ciento mercantilizado, esta es una buena oportunidad para analizar nuestros propios hábitos de consumo. ¿Qué elementos nos activan esas ansias por comprar, aun lo que no necesitamos y nunca usaremos? ¿Es una forma de demostrar nuestro poder, aunque sea por un ratito, sin importar que más delante estemos sufriendo para pagarlo...?

Es muy interesante estudiar a la clientela mexicana de todos órdenes de acuerdo con su forma de responder a las ofertas.  Está aquel al que le brillan los ojos frente a los aparadores y simplemente, plástico en mano, se lanza a comprar sin pensarlo.  A tal grado le seducen las mercancías que es capaz de adquirir cosas que ni siquiera son para su persona.  Lo hace con la mentalidad de que, es tan fantástica la oferta, que hay que comprar y ya luego se buscará a quién regalar.   Otro cliente de este grupo es el eterno dietético que compra prendas de vestir dos tallas menores a su talla actual, asegurándose a sí mismo que, teniendo frente a sí ese bello traje, bajará porque bajará de peso… Tal vez lo consiga, lo que sucede en el menor número de casos.  La mayoría de ellos baja a un ritmo tan lento, que para cuando finalmente entran en la prenda, ya está pasada de moda.  O el que, no habiendo logrado su objetivo de pérdida de peso se fastidia de ver la indumentaria esperando ser estrenada, y la lanza hasta el fondo de su closet de un solo golpe, con una mezcla de frustración y enojo.  Algo similar sucede con adornos, utensilios de cocina o enseres para pesca.  Como si se estableciera un circuito pupila-cartera que nos impele a gastar de una manera en cierto modo compulsiva.

En este escenario tenemos dos posibilidades: La del mal buen fin, ese que nos hipnotiza y nos lleva a la hecatombe.  Y por otro lado tenemos  el buen buen fin, ese que se aprovecha de manera planificada y racional, para  comprar aquello que conscientemente determinamos que hace falta, y gastamos con moderación, de modo de no representar una carga en nuestro presupuesto familiar.

¿En qué fila se apunta, mi querido lector?