sábado, 8 de mayo de 2010

Chicken-a-la-Carte

Amigos: la espiral consumista amenaza con borrar de nuestra esfera consciente la sensibilidad hacia las necesidades de los demás. En ratos nos sorprendemos a nosotros mismos viviendo de manera acelerada, atendiendo en exclusiva los intereses personales, pasando por alto el que mi derecho termina donde comienza el de los demás.
Este video es una manera en la que un poder superior (yo lo llamo "Dios") se hace presente para recordarnos que en la hora final se nos pedirán cuentas del amor que prodigamos. Todos los otros estándares por los que nos da luego por medirnos en esta vida, a veces de manera obsesiva, en dicha sumatoria última no tienen valor alguno:

jueves, 6 de mayo de 2010

COSAS NUESTRAS: Jorge Villegas, Abril 27, 2010

Paz
EN MEDIO DEL RUIDO de los balazos,hay que escuchar a nuestros maestros.
Su pregunta es simple: Busquemos educar para la paz.
Paz que mengüe la violencia en los hogares, en las comunidades.
Paz que aparte de la tentación violenta y de los vicios denigrantes.
Escolares sin "bullying", aulas con respeto a los que enseñan.
QUITAR DE LAS MANOS del niño las armas y las drogas que ahora lo seducen.
Pacificar desde las aulas nos va a tomar mucho tiempo.
Pero no hay alternativas para cortar camino.
jvillega@rocketmail.com

ARIZONA Y SU LEY ANTIINMIGRANTES SB1070


En Arizona parecen haber olvidado la historia de los Estados Unidos.
¿O pretenden borrarla a la brava?...

miércoles, 5 de mayo de 2010

JOSÉ GUADALUPE OVALLE CASTILLO (1953-1997) 5 de mayo, aniversario luctuoso

Por M.C.M.G.
JOSÉ GUADALUPE nació en la ciudad de Sabinas, Coahuila el 9 de enero de 1953, hijo de los señores Victoriano Ovalle Ibarra y María Guadalupe Castillo Pérez. Su padre muere cuando él contaba apenas con cuatro años, pese a ello su infancia transcurre feliz en el Callejón del Carmen, en la ribera del Río Sabinas, al lado de su madre de quien heredó un singular espíritu de servicio; el gusto por la música, y una voz privilegiada.

Estudió la carrera de Antropología Social en la Facultad de Humanidades de la UV, en Xalapa, Veracruz. Desde sus primeras prácticas de campo se apasionó por la etnia Kikapú asentada en el ejido El Nacimiento, del municipio de Melchor Múzquiz, Coahuila. Se compenetró con el grupo indígena, con sus costumbres y necesidades, convirtiéndose en un mediador entre la etnia y las diversas instituciones con las que tenía que ver el grupo para la importación de productos agrícolas y vehículos automotores. Los apoyó también en aspectos educativos ante el INEA y la S.R.E

Su proyecto de vida fue la creación de un libro que hablara sobre el conflicto interno de la etnia, y su condición de migración laboral periódica a la Unión Americana. Dicho libro fue finalmente publicado por CONACULTA/UZ/UNAM e Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde en 1999, aunque de manera póstuma, y sólo gracias a la dinámica labor de edición de la Antropóloga de la UNAM Dra. Ana Bella Pérez Castro, quien asumió como propia la publicación final de su obra.

Hoy lo recordamos con motivo de su aniversario luctuoso, aunque sabemos que seres humanos entusiastas y emprendedores como él, que sembraron grandes cosas durante su vida, nunca mueren.


"Stand by me": La música nos hermana

Fíjense lo que ha hecho con esta canción un conjunto de músicos. Parece ser que unas personas han recorrido el mundo grabando a músicos callejeros, tocando diferentes versiones de la misma canción: “STAND BY ME”, aquella preciosa que cantara Ben E. King.

Hay aquí músicos de Santa Mónica, California; de Nueva Orleans, de Ámsterdam; un grupo de percusionistas indios americanos de Nuevo México; un violonchelista ruso; un coro de mujeres sudafricanas… y más gente de España, Francia, Caracas, Congo y Río de Janeiro. Repito, todos son músicos callejeros. Se puede además llegar a la conclusión de que no existe distancia ni ideología cuando un algo tan fuerte y arraigado como la música borra fronteras y hermana.

2 de mayo: Natalicio de Enriqueta Ochoa

Bajo el oro pequeño de los trigos

Si me voy este otoño
entiérrame bajo el oro pequeño de los trigos,
en el campo,
para seguir cantando a la intemperie.
No amortajes mi cuerpo.
No me escondas en tumbas de granito.

Mi alma ha sido un golpe de tempestad,
un grito abierto en canal,
un magnífico semental
que embarazó a la palabra con los ecos de Dios,
y no quiero rondar, tiritando,
mi futuro hogar,
mientras la nieve acumula
con ademán piadoso
sus copos a mis pies.

Yo quiero que la boca del agua
exorcice mi espíritu,
que me bautice el viento,
que me envuelva en su sábana cálida la tierra
si me voy este otoño.

  

LA LECCIÓN DE PAULETTE

CONTRALUZ Mayo 2, 2010

María del Carmen Maqueo Garza

El caso de la pequeña Paulette ha resultado emblemático en muchos sentidos; desde el primer momento ha dado tela de donde cortar a los medios noticiosos, particularmente Televisa con sus conductores que han sido una amalgama perversa entre la KGB, Freud y Nerón: Presionando a los supuestos involucrados, en particular a la madre, como queriendo arrancarle las palabras que el gran público esperaba escuchar para cumplir la fantasía de abalanzarse contra la mujer y desollarla viva.

Ha sido tema de discusión respecto a la ineficacia del Ministerio Público, o el fracaso político para las aspiraciones presidenciales de Peña Nieto. Da cuenta de las rendijas que tiene el sistema judicial del Estado de México, pero sobre todo, más allá de lo anterior, ha sido ocasión para el ejercicio de la crítica más descarnada hacia quienes de alguna manera están relacionados con la muerte de la pequeña.

En sí el caso es descomunal, está muy manido, y no pretendo abordarlo. Lo que propongo ahora es que todos los que hemos tenido conocimiento del mismo, y que de alguna manera hemos participado en las comunicaciones generadas en torno a éste, nos coloquemos frente al espejo y analicemos cuál ha sido nuestro personal proceder. Y que en un dado caso, revisemos por qué nos tomamos la atribución de condenar a esos seres humanos cuando nada se ha comprobado, y que aún cuando se hiciere, no nos correspondería hacerlo. Midamos hasta dónde nuestro proceder ha sido ético.

Circula en la red un correo que señala una a una las supuestas inconsistencias del caso; comienza acusando a la mamá; sigue con el papá, luego con las nanas… Y continúa señalando los errores o culpas de los investigadores, en fin… ni los perros se escapan de ser tachados como ineptos en este ejercicio que yo no llamaría de denuncia sino francamente irresponsable y doloso.

Paulette ya murió, nada podemos hacer por ella. La hermanita no quiero ni imaginar cómo estará, entre los conflictos al interior de la propia familia, y el ambiente terrible generado por los medios infiltrados hasta la intimidad de lo que hasta hace poco era su hogar. Ahora bien, ¿Quiénes somos nosotros para condenar? ¿Quiénes para dejar caer la dureza de nuestras palabras, asegurando –porque eso es lo que hacemos-- que las cosas fueron como nosotros suponemos que fueron? Yo sé que es terrible que la niña haya muerto, y más aún no entender cómo ocurrieron las cosas, pero de esto a echar a andar una perversa bola de nieve contra los sospechosos hay mucha distancia; denota un juego verbal maligno.

Nos quejamos de que el país anda mal; nos afecta la pérdida del poder adquisitivo; nos lesiona la crisis de valores; nos atemorizan los alcances terribles del crimen organizado, y nos exasperan los desatinos del sistema. Duele mucho el menosprecio irresponsable de la criminalidad que mata a nuestros niños, en boca de funcionarios que no darían un solo paso sin ir acompañados por una decena de guardaespaldas… Cierto, hay que ejercer la crítica, pero una crítica descontaminada de la perversión que se refleja en la red, en las noticias impresas y televisivas. Desatar una cacería de brujas está muy lejos de resolver los problemas, por el contrario, solamente contribuimos a incrementar el clima de temor y zozobra.

Ya es hora de comenzar a ejercer la misericordia en nuestras palabras, en nuestros actos; olvidarnos del papel de verdugos y ocuparnos cada cual de sus propios asuntos. En ratos cuando la ola de violencia mata gente inocente nos preguntamos qué podemos hacer para evitarlo y no hallamos respuesta; ciertamente lo primero es esto, sanear el ambiente; evitar los juicios temerarios; cuidarnos de fomentar acusaciones que no tenemos manera de fundamentar ni razón alguna para sostener. Vayamos cortando ese círculo maligno que convierte nuestros foros de comunicación en una versión muy moderna y sofisticada de Circo Romano al cual todos asistimos con el siniestro deseo de ver correr sangre. No importa de quien, pero que corra sangre para satisfacer alguna vena oscura en nuestro interior.

El chisme tiene un "je ne se quoi"
de sabrosura; nos atrae desnudar terceras personas y luego comenzar a disecarlas hasta hacerlas tiritas, que finalmente colgamos al sol. Es la palabra vana en su más elemental expresión, que conforme va creciendo se transmuta en entrevistas televisivas de varias horas, movidos por la fantasía perversa de quemar a uno o dos de los acusados en leña verde, y gozarnos con los chirridos de la madera mientras las brujas que nos hemos inventado comienzan a consumirse.

¿Remedio para México? Comencemos por barrer el polvo de nuestra casa.