Hace ciento y un años nació mi mamá, que también es la mamá de mis hermanos y de mi hermana que también fue su cómplice preferida, entre ellas hay secretos que mi hermana solo compartirá con sus hijas.
Mi mamá fue una niña feliz y se dijo, mientras volaba su falda en el columpio que se sostenía de la rama de un árbol que a pesar de los pesares y de que las desgracias le rozaran las mejillas y despeinaran su cabellera, ella jamás dejaría de sonreír, para que sus hijos del futuro fueran tan felices como ella lo fue, y lo cumplió cabalmente.
Mamá aprendía poemas mientras preparaba el arroz y barría la casa, y se preparaba para que las tablas de multiplicar no fueran un dolor de cabeza para sus hijos. Mi mamá escribía en taquigrafía lo que nadie más allá que ella debería saber; mamá tenía una hermosa caligrafía y perfecta ortografía para escribirle cartas a su Rafael y él le correspondía de la misma manera, con sobres blancos y estampillas de colores.
MAMÁ: ¿Qué viene después de la muerte?… Ya tienes edad de saberlo hijo, pon atención, que no lo voy a repetir... Después de la muerte, viene la pera. ¡LOTERÍA!
Juan Antonio Villarreal Ríos
Juan Antonio Villarreal Ríos
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