Una encuesta sobre discriminación apunta a una verdadera barbarie.
Se discrimina en México al indígena, al gay, a los muy morenos.
Tampoco se salvan los pobres, los viejos, los chaparros, los sidosos.
El pecado es de intolerancia, pero discriminar es jugar con fuego.
Los discriminadores son una minoría de lo más reducida.
Blanquitos, machines, prósperos, jovenazos, altos y sanos.
Si la tendencia sigue, esa minoría va a necesitar guaruras para defenderse.
Y hasta sus escoltas van a ser nacos, así que ni por esas.
jvillega@rocketmail.com
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