Fue una experiencia para mí nueva que me llevó a transportarme en el tiempo, regresar a mi niñez, apareciendo en mi cerebro imágenes que hace tiempo no recordaba, al mismo tiempo que mi corazón se estremecía. Cerebro y corazón tuvieron tal acercamiento que pude tener una regresión de más de 50 años, podía ver las imágenes de mis maestras, oír el bullicio del recreo, verme sentada en un pupitre y recorrer una por una las aulas por donde pasé seis años en esa vieja escuela cuyo edificio distaba mucho de la calidad de su personal docente, de su nivel de enseñanza que académica y humanamente nos dio una formación integral, cimientos que nos permitieron a una gran mayoría lograr las metas deseadas.
Mi querida escuela Manuela Medina 225, en la ciudad de Chihuahua, cumplió 115 años, su nombre, su historia, ha permanecido en mi toda mi vida. Tanto que agradecer que resulta imposible que fuera de otra manera.
Reencuentro con ese pasado que me cimbró de pies a cabeza al estar de nuevo en el centro de su patio, con deterioro mayor por el paso del tiempo y el poco o nulo mantenimiento parecía que el tiempo no había pasado por ahí. Sus paredes parecían hablarme, parecían decirme: ¡bienvenida de nuevo! Un golpe de pasado que aunado al reencuentro de algunas compañeras, me ha hecho remover en mi hipotálamo recuerdos que permanecía dormidos, escasos para lo que deseara poder recordar, pero invaluables al fin.
Mi escuela primaria, mi primera escuela, donde permanecí más tiempo que en ninguna otra, parte esencial de mi historia, donde sus personajes principales permanecen intactos en mi memoria, mis queridas maestras! Cómo quisiera que pudieran haber hecho patente mi agradecimiento y cariño en vida, pero si en alguna forma de energía se los puedo hacer llegar, va desde mi alma hasta donde estén todas y cada una de ellas un enorme y amoroso GRACIAS!!
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